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Los socialistas marroquíes aceptan formar parte del futuro Gabinete de gestión

El partido socialista marroquí (Unión Socialista de Fuerzas Populares, USFP) aceptó que su secretario general, Abderrabim Buabid, participe como ministro sin cartera en el próximo Gobierno, que ha de ser anunciado en breve por el rey Hassan Il. Esta decisión es el resultado de la larga reunión celebrada el domingo por el Comité Central de la USFP, la instancia más elevada del partido entre congresos.

El comité central ha concedido un voto de confianza al buró político del partido para decidir si otros responsables socialistas podrán también formar parte del próximo Gabinete. A este fin, el buró político se volverá a reunir en los próximos días.El informe presentado por Buabid al comité central el domingo, lleno de matices explicativos y condiciones para la presencia de los socialistas en el próximo Gobierno, confirma el poco entusiasmo de la USFP por aceptar la oferta que les fue formulada, junto con los otros grandes partidos, por el rey Hassan II, el pasado 5 de noviembre, de integrar una especie de supergabinete de grandes figuras políticas junto a un nuevo Gobierno gestor.

Todos los otros partidos marroquíes involucrados se han reunido ya con el mismo propósito y con resultados similares a los de los socialistas. La USFP ha querido, sin embargo, matizar que la presencia de su secretario general en el próximo Gobierno concierne exclusivamente a la organización de las próximas elecciones legislativas, prometidas para primeros de 1984, y al referéndum en el Sáhara, si hubiere lugar.

La entrada en el Gobierno de otros responsables socialistas además de Buabid les convertiría, no obstante, en cogestores de la actual crisis económica y financiera del país y, por tanto, en corresponsables de las soluciones que se aporten. A esto último parece oponerse la mayoría del partido, que no se considera responsable de la catastrófica situación existente. Ocho años después de la experiencia iniciada en 1977, tras las elecciones legislativas de aquel año, que siguieron a la "reconciliación nacional" que propició la entrega del Sáhara occidental por España, Marruecos parece haber regresado al mismo punto de partida.

La democratización de la vida, que debió iniciarse desde 1978, no se ha consumado, y por el contrario, Marruecos concluye este período de ocho años con una formidable crisis económica y financiera. El desencanto por los resultados políticos y económicos de estos últimos ocho años es palpable, y la capacidad de ilusión popular por nuevos experimentos gubernamentales parece agotada.

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