_
_
_
_
_
Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Huellas mexicanas de Buñuel

En Francia y España, entre 1929 y 1932, Luis Buñuel realizó tres filmes, Un perro andaluz, La edad de oro y Tierras sin pan, que abrieron al cine los horizontes ilimitados de la imaginación suelta, desamarrada de códigos, en plena posesión de sí misma. En hora y media de película, este cineasta, probablemente el más singular y diferenciado que existe, volvió del revés las convenciones del relato fílmico y sumergió a este en el pozo de la transgresión, del otro lado de la realidad, de la pesadilla. Si hay en el cine un instante revolucionario es este.Tuvieron que pasar quince años para que este dinamitero de las imágenes volviera a tener ocasión de crear imágenes. En el interregno le habían ocurrido dos guerras y dos exilios. A los 45 años, Buñuel tenía a las espaldas un mundo casi inédito, una colección de escándalos, una efímera gloria olvidada y el estupor del hombre libre ante la indigencia. Le contrataron en Nueva York para montar películas documentales. Rozó el umbral de la primera caza de brujas norteamericana. Los estudios Warner le llamaron, al tiempo que le llegó una oferta de la Francia recién liberada del nazismo: rodar La casa de Bernarda Alba, de Lorca. Hizo las maletas, una escala en México y se quedó allí, a mitad de camino, para siempre.

En México, entre 1946 y 1965, realizó Buñuel una veintena de filmes, que componen el grueso de su filmografía y lo que los buñluelólogos llaman su etapa mexicana. Estos exégetas han destilado algunas alquimias un poco cómplices, y no del todo exactas, en la valoración general de esta etapa, hasta llegar incluso a convertirla en una especie de oculta edad dorada en la obra del cineasta. Lo cierto es que entre esta veintena de filmes hay algunos de enorme vigor -Los olvidados, realizado en 1950; Él, de 1952; La vida criminal de Archibaldo de la Cruz, de 1955; Nazarin, de 1958; El ángel exterminador, de 1962; Simón del desierto, de 1965-, en los que Buñuel alcanza cimas de inventiva no soñadas antes por el -cine, pero mezclados con otros irregulares e incluso mediocres, en los que los exégetas tienden a ver más de lo que realmente hay.

La televisión va a emitir en su ciclo dedicado a la etapa mexicana de Buñuel -etapa en la que emergió nítidamente su raíz española, sobre todo en Los olvidados, Archibaldo de la Cruz y Nazarín, que parecen directamente extraídos de una visión casi documental de la España negra; y en la que desarrolló paralelamente los descubrimientos formales de que partió, sobre todo en El ángel exterminador y Simón del desierto- casi todos los filmes que allí realizó, con excepción de las interesantes coproducciones con Francia y Estados Unidos Las aventuras de Robinsón Crusoe, Los ambiciosos y La joven. Hay que lamentar especialmente la ausencia de este último y notable filme.

Se emitirán también filmes interesantes como Abismos de pasión, de 1953, y Subida al cielo, de 1951, que es otro de sus filmes de fuerte extracción ibérica, narrado con esa simplicidad que solo los dominadores de su oficio alcanzan, gracias a su desdén por los rizos técnicos. El ciclo lo completan Gran casino, de 1946; El gran calavera, de 1949; Susana, de 1950; Don Quintín, el Amargao, de 195 1; Una mujer sin amor, también de 1951; El bruto, de 1952; La ilusión viaja en tranvía, de 1953; y El río y la muerte, de 1954. En ellos es posible encontrar de todo, desde los inimitables giros de su estilo humorístico y sus violentas paradojas, hasta algunas de las rutinas en que la necesidad de sobrevivir sumergió a Buñuel, sin otra defensa que su ironía.

El ciclo comienza esta noche con Simón del desierto, filme inacabado al que, por sus singulares características de obra superreal y abierta, en nada le afecta este inacabamiento. Más bien al contrario, le añade ironía, que tiene a toneladas, y una dosis. adicional de misterio a lo que de por sí es la reconstrucción de un misterio, que Buñuel nos acerca y casi nos tira a la cara: la terrible, tronchante y demoledora historia de las tentaciones de Simón Estilita, materia perfecta para que el instinto buceador de Buñuel en las esquinas de nuestra identidad se desenvuelva con la soltura del pez en el agua. Una pequeña obra maestra, luminosa mirada negra, al borde del abismo y la genialidad.

Simón del desierto se emite hoy a las 21.30 por la segunda cadena.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_