Reunión gastronómica con intelectuales y artistas

Segurísimo que nadie lo hizo adrede. Pero la historia se hace así también: en el mismo momento en que el rey Juan Carlos invitaba a almorzar a unas cuantas personalidades del París multinacional, en una sala del hotel en el que se hospedó los últimos días, ayer, a mediodía, en el restaurante de ese hotel, de lo más delicado y gastronómico de esta capital del comer y beber, se sentaba Jean Baptiste Doumeng, el llamado millonario rojo. El tal Doumeng es uno de los hombres más ricos de este país, es comunista de tomo y lomo y se dice de él de todo: que financia al PCF, que hace y deshace a su antojo en el mismo PCF, que su prosovietismo, como lo probó, aún el otro día en la televisión, no tiene paralelo, etcétera.Así como a diez metros de distancia, el Rey y la Reina comían con sus invitados, entre los que se encontraba Yves Montad, el actor, el compañero de viaje de los comunistas, que hace no mucho escupió el Mierda para Marchais, esto es, para el secretario general del PCF, que es el niño mimado del precitado millonario rojo. Montand, Jorge Semprún y Ricardo Boffil se decían los unos a los otros, borrachos de admiración: "Qué maravilla la entrevista de ayer de Felipe a Le Figaro".

Jacqueline Picasso, por el contrario, recatada, más viva que nunca, parecía esperar acontecimientos. Norma Duval, abierta a todo diálogo con todo lo que se enfrentó, que fue todo, o casi, no tenía nada que ver con Paco Ibáñez, descamisado, despeinado, sin extrañarse lo más mínimo de que la reina doña Sofía le preguntara quién era. Esta comida, en la que también pincharon Paco Rabanne, el costurero, y algún actor francés, al lado de los Reyes, que eran los anfitriones, y el director general de la Unesco, Amadoyu Mahatar M'Bow, de otras muchas personalidades políticas, comerciales y culturales, fue el cerrojazo más simpático de la estancia de los Monarcas en París.