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"Líbano se muere", advierte Gemayel en la apertura de la conferencia de Ginebra

La conferencia de reconciliación nacional de Líbano quedó ayer tarde Inaugurada con unas estremecedoras palabras del presidente libanés, Amin Gemayel, en las que llamó a poner fin a la "oscura noche de Líbano" y advirtió que su país "se muere". Tras la intervención de Gemayel, el presidente suizo Pierre Aubert, en tono conciliador, aprovechó la oportunidad para reafirmar la política de su país de neutralidad y buenos oficios, exhortando a los presentes al diálogo y al compromiso.

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Walid Jumblat, representante de la comunidad drusa y principal líder de la oposición, no ha utilizado todavía la tribuna de la conferencia. Sin embargo, ha confiado a la prensa su posición: "Estando aquí damos prueba evidente de buena voluntad. Esperamos concesiones por parte del poder que representa Amin Gemayel. Nosotros no tenemos concesiones que hacer. Tras ocho años de guerra civil los libaneses necesitan ahora paz y tranquilidad. Esta reunión constituye, un signo, un gesto. El hecho de que la oposición dialogue con el poder es en sí positivo. Un proceso serio de negociación puede comenzar en Ginebra pero habrá que ver lo que pasa en los próximos días".Jumblat se opone radicalmente a la eventualidad sugerida hace algunas semanas de una división del país en cantones o comunidades autónomas. "Nosotros -constatamos", dijo, "que la minoría cristiano-maronita tiene todos los poderes, mientras que la mayoría actual del país es musulmana o chiita".

"Por consiguiente, nosotros pedimos a los maronitas que hagan concesiones en favor de esa mayoría". "No podemos aceptar por más tiempo", añadió Jumblat, "las consecuencias del pacto de 1943, derivadas del mandato francés y que dan al presidente de la República todos los poderes". Un tema importante de las discusiones será, por consiguiente, las reforma de la constitución, es decir, la elección del presidente y de dos cámaras por escrutinio proporcional.

Otro tema importante que deberá ser discutido en este congreso será la cuestión del acuerdo líbano-israelí de mayo pasado, y, en fin, el problema del Ejército. "Necesitamos un ejército nacional", concluyó el líder druso, "y no un ejército en manos de los falangistas".

Todas las corrientes políticas y confesionales han acudido a la cita, 36 días después de concluído el alto el fuego. Un signo que se interpreta como positivo a pesar de los problemas habidos incluso para distribuirse la posición en la mesa de las negociaciones.

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Al final se impusieron las mesas separadas y al mismo nivel, a fin de estar juntos, pero no revueltos. Dentro de la sala, y colocados de forma pentagonal, Amin Gemayel junto a los representantes del Frente de Salvación Nacional -la oposición- es decir, Suleiman Frangié, maronita y antiguo presidente de la República, Rachid Karame, musulmán sunita y antiguo primer ministro y Walid Jumblat.

En otra de las mesas, Nabh Berri, musulmán chiita, jefe del movimiento Amal y los dos independientes, Sael Salam, musulmán sunita, antiguo primer ministro y Odel Osseirán, chiita y antiguo presidente del Parlamento. En la última mesa los líderes del Frente Libanés, Pierre Gemayel, padre del presidente y fundador del partido falangista y Camille Chamún, líder del Partido Nacional Liberal. Como observadores, el ministro sirio de Asuntos Exteriores Abdel Halim Kadam, y el representante. saudí, Mohamed Ibrahim Musad. También se encuentra en Ginebra, aunque no en las negociaciones, el representante norteamericano Richard Fairbanks.

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