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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Réplica sobre 'La Celestina'

Vaya por Dios, ahora otro indígena ibero, pero residente, según se apostilla la firma con intención de apabullarnos, en la universidad de California, aprovecha sus vacaciones en España para arremeter contra mi Celestina. El profesorcillo (supongo) se pone puntilloso y me alecciona sobre mis presuntos errores: que si acentué mal unos nombres, qué si no le puse barba a la trotaconventos, que si no me documenté lo bastante... Sobre aquellos acentos, podría traerle a colación muy contrastados pareceres; la barba no creo que sea sustantiva en tan rico personaje; la doncellez de mi Melibea no es inconcebible, (lado su encierro; cosos para alancear no había en 1500 (se improvisaban); y si Celestina le saca las muelas a un ahorcado, pese al precario equilibrio de la escalera donde aquélla se alza, es por pura y truculenta ironía que hasta un bobo sería capaz de comprender. Respecto al desfile en el que gremios y clases sociales corean con jolgorio el "¡puta vieja!", con que doctoran a la taimada, no es sino una síntesis cinematográfica de lo que Parmeno, con palabras de Rojas, cuenta. Punto a punto, podría volverle la palmeta contra su propio trasero al erudito a la violeta americana, advirtiéndole que no se debe juzgar una obra por sólo un acto o episodio (el primero y único que corifiesa haber visto), sino por su entero edificio y que, en cuanto a documentación, he dispuesto desde siete de las ediciones primitivas del siglo XVI, que honran mi biblioteca, hasta las modernas y más autorizadas de Krapf, en Vigo, o Criado del Val; y desde los estudios de MenéNdez Pelayo hasta los recientes de Bataillon, Lida de Malkiel, Gilman, Gurza, Berridt o J. A. Maravall, por citar unos pocos. Acepto rapapolvos críticos, si son sanos, y reivindico mi derecho a equivocarme, pero me escacho de risa, como el gran Don Ramón, ante las charangas nacionales y, en este caso, la orquestada por los buenos oficios, escasas luces y peor baba de Televisión Española, a la que, como se ve, ha venido a sumarse este espontáneo con propia o conchabada iniciativa y quién sabe si amañada identidad.Se escandaliza, en fin, de que yo entresaque y remodele el lenguaje de Rojas, sin acordarse de que, si la paternidad de éste respecto a su obra aún no se sabe hasta qué punto fue compartida, bien puede permitírsele al genio de Talavera un nuevo compadre, sobre todo si se trata de darle expresión con un lenguaje que no pudo ni soñar. ( ... ) Por present-arme estoy ante los alguaciles, que el docto del Pacífico me tilda de criminal alevoso y traicionero. Duerma tranquilo, que ya me tienen muy castigado los de su laya por mis muchos atrevimientos. Pero, dígame, que me intriga: ¿cómo acertó, si suele estar ausente, con lo del bajo nivel cultural de TVE, por (con perdón) televidente telepatía? Y, con honradez, ¿cree que el autor de una bueina (el calificativo es suyo) historia del teatro, es decir, yo, puede ser arrojado al saco de la incultura? Pero, ya que lo hace, permítame que, a mi vez, compadezca a sus infelices alumnos si los instruye como ha querido hacerlo conmigo. No, en lo que atañe al tal, no hay que cuidarse, que aquello de la fuga de cerebros no viene a cuento. /

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