La eficacia de nuestras armas
Permítame enviar mi más calurosa y efusiva felicitación a nuestro ministro de Defensa, Narcís Serra, por la correcta labor de marketing desarrollada frente al príncipe saudí Fahd Ben Abdelaziz, asimismo encargado de la defensa de su país, al haber logrado que éste se interese por nuestra industria armamentística.La verdad es que ya no estábamós acostumbrados a los milagros, y sin embargo, es un socialista el que nos ha procurado uno: que una de las naciones con la renta per cápita más elevada del mundo pretenda adquirir nuestras armas, en lugar de acudir a la industria extranjera, que ofrece, a todas luces, un catálogo de lo más completo y sofisticado.
No se entiende que un rico acuda al Rastro a comprar sus joyas ni que los petrorricos árabes adquieran nuestro arsenal..., salvo que encontremos la clave de lo que ocurre en este asunto.
Yo (perdón por la inmodestia) creo haberla encontrado, y ello me hace augurar que a nuestra empresa Santa Bárbara le esperan días de esplendor: nuestras armas permiten hacer blanco perfecto y dejar paralizado al sujeto de por vida, aunque su portador sea golpeado con una piedra y / o una lata, tropiece, caiga al suelo y, en la mayor confusión, el arma se dispare sola. Semejantes virtudes no han sido logradas ni siquiera con un misil francés Exocet, sino con un modesto subfusil de nuestra Benemérita en León. ¿De qué no serán capaces nuestros tanques?
. Madrid.
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