Francisca Machío y sus ungüentos mágicos
Ha rechazado una oferta millonaria para comprarle los secretos de sus remedios
No sabe leer ni escribir y es la persona que má cartas recibe en toda Extremadura. Se trata de Francisca Machío, natural de Almendralejo (Badajoz), una mujer que ,a los 54, se ha hecho famosa por haber inventado un crecepelo que, según dice, en poco más de seis meses, y con un solo frasco, hace crecer la melena al calvo más empedernido. una primera marca comercial del país le ha ofrecido cuatro millones al año por la adquisición de las secretísimas fórmulas que elabora, que, además, curan la artrosis, quitan las arrugas, sanan las quemaduras, componen las varices y eliminan las hemorroides. Pero ella afirma convencida que lo que desea es trabajo para su pueblo y por eso ha decidido montar una fábrica para comercializar sus productos.
Francisca heredó la fórmula mágica del crecepelo de un pariente lejano y la probó con su hija cuando era pequeñita; la niña, peloncilla ella, sirvió de conejo de indias y pasó la prueba con éxito. Pero a la madre no se le ocurrió que con aquel pringue compuesto de hierbas y aceite de oliva podía resolver el porvenir. Fue precisamemente su hija, ya convertida en mujer y peluquera, por más señas, la que se animó a continuar el experimento con su clientela. Desde entonces, la popularidad de Francisca ha subido de tal forma que sus adeptos se cuentan por legiones; cada semana recibe alrededor del 1.000 cartas pidiéndole cura para diversos males o agradeciéndole los servicios prestados.
Francisca decidió, ante su buena suerte, trasladarse desde Madrid, donde ha vivido nueve años con lo que su marido ganaba en la portería de una finca urbana, a su pueblo natal y dedicarse allí a la promoción de sus ungüentos poco menos de un año se han comprado unas tierrecitas y vive en una casa que no está mal, donde, aguijoneada por el gusanillo de la ciencia, ha seguido investigando, por lo que, a estas alturas, aparte del crecepelo, estrella de sus inventos, tiene remedios para la artrosis, las hemorroides, las quemaduras, y 40 afecciones de la piel.
Unos con pelo y otros tan calvos
Cuenta que la cura para la artrosis cuenta la descubrió pensando en ella misma, hace algún tiempo, cuando comenzó a padecer grandes molestias a causa enfermedad. Con sus conocimientos de las hierbas, procedentes de una larga tradición familiar y campesina, elaboró una nueva fórmula, que, en cuestión de semanas, eliminó los dolores de Francisca. Así, poco a poco se han ido confeccionando los múltiples remedios que salen de las manos de esta mujer, que, como para reafirmar su calidad, a los 54 años tiene un cutis de rosa. Ella insiste en montar la fábrica y en no vender el secreto a ninguna marca, "puesto que en ese caso", dice, "mi nombre no figuraría para nada", y eso no parece convencer mucho a la buena mujer, que insiste en que con su crecepelo no hay calva que se resista.La protagonista de esta historia no achaca en momento alguno el poder curativo de sus inventos a lo sobrenatural y simplemente comenta, como de pasada, que "mis hijos dicen que a lo mejor tengo algún don".
Hace vanas semanas la entrevistaron en un programa radiofónico y desde entonces no ha parado de sonar ni el teléfono de la emisora ni el de su casa, para pedirle envíos de sus recetas salvadoras. También hay llamadas de personas que afirman haber utilizado en elixir de Francisca y seguir tan calvos y tan artríticos como antes, por lo que aprovechan la ocasión para acusarla de estafadora y cuentista y decir que la pócima no es más que una vulgar mezcla aceitosa que no sirve para nada. Ella, erre que erre, enseña un enorme dossier, Heno de cartas, en las que los remitentes la bendicen.
No quiere revelar el secreto de sus potingues y lo guarda celosamente en algún lugar oculto, donde nadie puede tocarlo hasta que ella muera: "Entonces", añade, "sí que podrán conocerlo mis hijos, para que así continúen con mi labor".
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.