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Fuerte oposición a la política económica del Gobierno portugués

Sindicatos y patronal se oponen a la política económica, financiera y social del Gobierno portugués. La satisfacción de Mario Soares por la feliz conclusión de las negociaciones con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y con un consorcio de bancos privados, para la concesión a Portugal de nuevos préstamos por un valor global de 685 millones de dólares, contrasta con la subida de tono de las acusaciones sindicales y patronales.

Para los sindicatos, el problema crucial es el empleo. El Gobierno acaba de aprobar el proyecto de Suspensión Temporal de los Contratos de Trabajo, púdicamente disfrazado con la expresión inglesa lay off. Por motivos opuestos, sindicatos y empresarios dicen estar convencidos de que se trata de una forma disimulada de reducción de plantillas, verdadera antecámara del despido, mucho peor y más onerosa, desde el punto de vista patronal, que el despido.A las víctimas del lay off se les garantiza por dos años el pago de dos tercios del salario base, soportados a partes iguales por la empresa y el Fondo Nacional de Paro.

Para la Confederación de la Industria Portuguesa, la medida, que puede favorecer a las grandes empresas públicas y a algunas multinacionales instaladas en Portugal, no permite atacar a fondo el problema del saneamiento económico y el redimensionamiento de las empresas y amenaza con estimular aún más el desarrollo de la llamada economía sumergida, con la total anarquización del mercado de trabajo, ya ampliamente favorable a las empresas clandestinas.

En la construcción civil, y ahora en algunos sectores del textil, confección y metalurgia proliferan los empresarios que proporcionan empleos eventuales o trabajos a domicilio a los semi-despedidos: trabajadores oficialmente en plantilla de empresas que suspendieron el trabajo sin abrir expediente de quiebra y futuros beneficiarios del lay off.

Defraudando a los recaudadores de impuestos y con las obligaciones sociales cubiertas por las empresas en cuyas nóminas continúan figurando los trabajadores que emplean, estas empresas realizan grandes beneficios que escapan a todos los controles oficiales.

La perspectiva de 500.000 potenciales beneficiarios del lay off hasta finales de 1984 asusta también a las centrales sindicales, que no pueden ignorar el pánico que sopla actualmente entre los asalariados portugueses y el clima de sálvese quien pueda que amenaza con apoderarse de los sectores hasta ahora mejor organizados.

Rechazo de la central socialista

La UGT (socialista-socialdemócrata), en principio más receptiva a los argumentos del Gobierno, acaba de alinear su posición de rechazo al lay off con las posiciones más radicales de la CGT, de mayoría comunista.Prudente, la CGT espera a los resultados de las manifestaciones convocadas para el sábado, 15 de octubre, para establecer sus planes de guerra: no quiere arriesgarse a una prueba de fuerza bajo la forma, ya encarada, de una huelga general nacional, sin tomar el pulso de la combatividad de los trabajadores. Los sindicalistas comunistas están convencidos de que sus iniciativas tendrán un apoyo masivo en el sector terciario y entre los funcionarios públicos, pero les preocupa el pánico evidente entre los operarios fabriles. Si la respuesta a la convocatoria del 15 de octubre no fuera concluyente, es probable que las consideraciones políticas prevalezcan en los estados mayores sindicales, sobre las consideraciones laborales.

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