Terrible agonía de los cinco fallecidos en el incendio forestal de la zona granadina de Otívar
Cinco trabajadores de Icona -un capataz de plantilla y cuatro contratados eventuales- fueron las personas fallecidas el martes en el incendio forestal desatado el día anterior en la sierra de Cázulas, en el término de Otívar (Granada). Según dos testigos presenciales, las víctimas sufrieron una terrible agonía.
Francisco Arenas, alcalde de Lentegí, que trabajó voluntariamente en las tareas de extinción y que fue el primero en llegar hasta las víctimas, explicó cómo una de ellas estuvo más de media hora agonizando, sin perder el conocimiento. "Lo único que nos decía insistentemente era: '¡dadme agua y matadme!', idadme agua y matadme!'", afirmó.
'El mismo infierno'
Un sexto componente de la cuadrilla, Jesús Calar, de 24 años de edad, consiguió salvar la vida, al tumbarse, encogido, en un hoyo natural del terreno. "Aquello era el mismo infierno; es algo que no se puede contar con palabras", ha declarado el superviviente. Otros cuatro heridos de carácter leve fueron dados de alta ayer, después de ser atendidos " en el hospital Clínico y en el centro de Traumatología de la Seguridad Social de Granada."De pronto", explicó Jesús Calar, "nos vimos acorralados por el fuego contra una pared de roca imposible de escalar. Las llamas eran muy altas y aquello parecía una chimenea. En un instante, el fuego prendió los monos de color naranja de mis cinco compañeros. Yo intenté apagar sus ropas, golpeándoles, con unas ramas que llevaba en las manos, pero no lo conseguí y tuve que contemplar, impotente, cómo, se quemaban. Sus gritos eran horribles. Es una experiencia que no se la deseo a nadie, ver a cinco compañeros arder como antorchas humanas".
Acurrucado en el agujero
Por suerte para el joven superviviente, consiguió introducirse en un agujero del terreno y mantenerse a salvo de las llamas hasta que pasó el peligro y pudo ser rescatado junto a otros heridos. "Al verlo todo perdido", señaló Jesús Calar, "me metí acurrucado en un pequeño agujero que había en el suelo y que no tenía pasto a su alrededór. Con la cabeza agachada y las manos en la nuca logré soportar el tremendo calor que durante un buen rato me pegó en la espalda. Cuando pude levantar la cabeza, el peligro había ya pasado y entonces vi los cuerpos de mis compañeros calcinados como tizones".El fuego, que al parecer fue provocado, quedó dominado ayer por los servicios de Icona, fuerzas de la Guardia Civil y miembros de los parques de bomberos de Granada, Málaga y Motril. Unas 500 hectáreas de monte fueron afectadas por las llamas.
Los fallecidos son Juan Antonio Romero y Manuel García Hidalgo, ambos vecinos de Guájar Alto; Guillermo Rubio y Eugenio Martínez, con domicilio en Huétor Santillán; y Manuel Rodríguez Jiménez, residente en la capital granadina. Todos ellos formaban parte de una de las cuadrillas organizadas para trabajar en las tareas de extinción del fuego y fueron sorprendidos por un violento e imprevisto frente de llamas en el fondo de un barranco, del que no pudieron escapar.
Nuevo retén
Tres de las cinco víctimas del incendio fueron enterradas ayer tarde en la localidad de Guajaralto y las otras dos en la de Huétor-Santillán.Un nuevo retén de Icona permanece en el lugar del siniestro para evitar que vuelvan a propagarse las llamas, tal y como ocurrió el martes, con la trágica consecuencia de los cinco muertos.
Tras trabajar durante toda la madrugada de ayer, personal de Icona, Guardia Civil, bomberos y vecinos de la zona, parece que el fuego puede darse por totalmente extinguido.
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