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Irritación de las autoridades polacas por la concesión del Nobel de la Paz a Lech Walesa

La concesión del premio Nobel de la Paz al sindicalista Lech Walesa ha sido calificada de "instrumento en el juego de la confrontación contra Polonia y contra el socialismo" en un comunicado de la agencia oficial de Prensa polaca Pap, que reprodujeron ayer todos los periódicos de Polonia.

El comentario de Pap pone de manifiesto el grado de irritación de las autoridades polacas, ante la concesión del Nobel a Walesa. La agencia Pap sitúa la concesión del Nobel en el marco de la confrontación internacional Este-Oeste y la compara con las "restricciones económicas contra la nación polaca", el bloqueo económico y la masiva propaganda subversiva.Según el comentario de la agencia oficial, el veredicto del comité noruego del Nobel es una decisión, "relacionada directamente con la complicada situación internacional del presente y con el considerable incremento de la tensión entre los países socialistas y capitalistas".

La agencia Pap saca a relucir de nuevo que "la baza polaca", Polonia y sus problemas fueron utilizados como plataforma para fomentar la tensión "por parte de la Administración norteamericana del presidente Ronald Reagan". La decisión de otorgar el Nobel a Walesa entra, según la citada agencia, dentro del campo de las "injerencias en nuestros asuntos internos".

Como argumentos contra el Nobel de la Paz, Pap menciona los casos del ex secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, y del ex primer ministro israelí, Menájem Beguin, y dice que la decisión del comité Nobel es de "naturaleza inequívocamente política". La agencia oficial polaca destaca que Kissinger estuvo implicado en la guerra de Vietnam, una de las más sangrientas de los últimos tiempos, y Beguin es responsable de las matanzas de los refugiados palestinos.

Para apoyar su argumentación, Pap cita a varios periódicos occidentales, entre ellos Diado 16, que hablaron del oportunismo político de conceder el Nobel a Walesa y la considerable carga antisoviética de la decisión.

De una manera velada, al final de la nota, la agencia intenta -sin mencionarle- desacreditrar a Walesa, cuando dice que entre los candidatos al Nobel figuraba también otro polaco, el papa Juan Pablo II. Esta referencia insinúa que había una persona mucho más merecedora del premio y, al mismo tiempo, trata de sacar partido de la veneración que sienten los polacos por el Papa, al que Walesa habría dejado en segundo plano.

La reacción de Pap, su tono, resulta excesiva y revela la inquietud que provoca la revalorización de la figura de Walesa, tras la sistemática campaña de desprestigio que llevaron las semanas pasadas los medios de propaganda oficial. La declaración de Walesa, de que entregará el premio al episcopado para incrementar el fondo de ayuda a la agricultura privada polaca, deja en mal lugar a la propaganda oficial, que había presentado al sindicalista como una persona corrupta, interesada en colocar su millón de dólares "al 15% anual en el Banco Vaticano".

Con su renuncia al importe material del premio, Walesa ha conseguido conservar su imagen ante la opinión pública y evita que el fisco se pueda lanzar sobre esa cantidad, en un momento en que la oficina de Hacienda de Gdansk tiene abierto un expediente contra él. La concesión del Nobel a Walesa no parece que vaya a impulsar el nivel de lucha de la oposición en Polonia. Hoy se cumple el primer año de prohibición definitiva de Solidaridad y no se ha convocado ninguna acción de protesta.

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