Comienza en Pekín la tercera ronda de las conversaciones entre China y la URSS

Ayer comenzó en Pekín la tercera ronda de las conversaciones chino-soviéticas, que fueron reanudadas hace un año, después de un paréntesis de más de dos años y medio provocado por las tensiones creadas a raíz de la invasión de Afganistán, en diciembre de 1979.

Los viceministros de Asuntos Exteriores de ambos países, Qian Qichen y Leónidas Ilitchov, se sentaron ayer de nuevo frente a frente con el presumible propósito de iniciar el proceso de restauración de unas relaciones que tan deterioradas han estado desde hace más de dos décadas.

El hermetismo es completo por ambos lados, pero es la parte soviética la que parece ahora más interesada en traslucir optimismo. La lacónica nota de Tass en la que se informaba ayer de la reapertura de las conversaciones aclaraba que éstas tienen lugar de acuerdo a los compromisos previamente contraídos, corno si quisiera dejarse claro que, al menos, se consiguió un compromiso: el de seguir conversando.

La Prensa de la Unión Soviética ha cambiado bastante su actitud frente a China durante los últimos meses, cosa que no se puede decir, sin embargo, de la actitud de la Prensa de Pekín con respecto a Moscú. Los diarios soviéticos han aireado cualquier reanudación de intercambios culturales y deportivos e incluso ha difundido, como si fueran noticias con interés propio, los viajes que periodistas soviéticos han hecho por el interior de China.