Soares pretende atraer a los socialistas que se han distanciado del partido

El Congreso Nacional del Partido Socialista portugués inicia hoy sus trabajos en Lisboa, en un ambiente de casi total indiferencia y de poca animación interna. Para Mario Soares, vencedor en el congreso de 1981 de una larga y difícil lucha política interna con la mayoría de la anterior dirección, este congreso es el de la consagración definitiva como líder único e incontestado del socialismo luso. No obstante, el secretario general intentará durante estas jornadas hacer que vuelvan a militar activamente viejos dirigentes hoy alejados de las tareas partidistas.

Soares es de nuevo primer ministro; el partido recuperó en las elecciones de abril la primacía en el abanico político portugués y una posición hegemónica en la coalición formada con los socialdemócratas, y, sobre todo, ha silenciado la contestación interna.

La restauración de la unidad y disciplina interna socialista, objetivo prioritario de Mario Soares, ha sido conseguida al precio de un nítido empobrecimiento de la actividad política partidista. Estos ajustes alejaron a muchos cuadros y dirigentes de la vida política activa. Otro factor de distanciamiento fue, en algunos casos, la tentación de recuperar un abandonado ejercicio profesional.

El vacío así creado ha favorecido la ascensión, dentro del Partido Socialista, de los funcionarios del aparato y el desarrollo de un cierto carrerismo y clientelismo. Son estos sectores los que ofrecen ahora la mayor resistencia a los esfuerzos de Soares por recuperar para los cuadros de dirección del partido algunos de los antiguos líderes.

El único momento animado del congreso será, pues, la elección de los nuevos dirigentes. Soares no consiguió, como quería, un acuerdo previo entre mayoría y minoría para la formación de listas únicas de candidatos, y, en consecuencia, el voto permitirá medir la correlación de fuerzas internas.