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El debate sobre el estado de la nación

Frente al optimismo de Felipe González, Fraga anunció la catástrofe.

El presidente del Gobierno, Felipe González, aceptó ayer la celebración de los debates sectoriales que te demanda la oposición, pidió un consenso para la reconducción del tema autonómico tras la sentencia del Tribunal Constitucional y dejó bien sentado que el Ejército no es un poder autónomo. Felipe González, en el primer gran debate a que se ha sometido su Gobierno, intentó transmitir un mensaje de optimismo y esperanza, pero eludió temas candentes de la actualidad nacional o huyó de las definiciones concretas. Rumasa, Sagunto y la OTAN no ofrecieron novedades en la comparecencia presidencial ante el hemiciclo. Manuel Fraga, con una introducción centrada en el incremento sufrido por el kilo de arroz en saquito y los concentrados de caldo, y tras recurrir a ejemplarizar con El libro gordo de Petete, lanzó sobre la Cámara un discurso catastrofista y desmoralizador.

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Para Fraga el discurso de Felipe González fue una bonita música sin letra,o sea, un tarareo. Felipe González, en su parlamento, que duró dos horas menos cinco minutos, le puso en su pentagrama unas propuestas concretas que deben ser el programa inmediato de la política socialista, para la que pidió consenso en el punto concretó de una especie de nuevos pactos autonómicos.La sentencia del Tribunal Constitucional sobre la LOAPA, que el Gobierno está dispuesto a respetar, le plantea al Ejecutivo una nueva estrategia. La intención es alcanzar un acuerdo para la aprobación de unas leyes básicas y un diálogo posterior con los entes autonómos.

Satisfacción, pero no autobombo

Felipe González, antes de entrar en la exposición pormenoriza da de los temas fundamentales del, debate, además de ironizar sobre las críticas que ha recibido últimamente,y afirmar que está dispuesto, con todos sus ministros, a sostener los debates sectoriales que haga falta, no dejó pasar por alto. el tema de la destitución del general Soteras y respondió al tema básico de las declaraciones del jefe militar, con la concreción pedagógica de que la Constitución no prevé ningun supuesto según el cual no sea el Parlamento quien tenga que controlar al Gobierno. Las Fuerzas Armadas tienen una alta misión que cumplir, pero no son un poder autónomo.

El presidente del Gobierno, que insinuó que no quería hacer un discurso de autobombo, fue desgranando sus opiniones y datos con un sentido no triunfalista, pero sí de positiva satisfacción. No quiso caer en el pesimismo, pero ante una botella con la mitad de su capacidad ocupada la vio medio llena y no medio vacía. Por eso probablemente guardó silencio sobre Rumasa y la situación de Sagunto y se mantuvo ambiguo en torno a la integración de España -en la OTAN. El presidente del Gobierno dio un mensaje de optimismo al afirmar que se ha detenido la caída del paro; que la inflación va a ser menor; que el déficit de la Administracíón pública comienza a detenerse; que la balanza de pagos mejora porque aumenta la cifra de exportaciones; que el producto interior bruto (PIB) crecerá un 1,9%; que el aumento de los salarios de este año va a estar por encima de la inflación; que el mensaje a transmitir por las 40 horas semanales es trabajar más y mejor que las pensiones han subido un 16%, aunque todavía son bajas; que los conflictos con los entes autónomos han disminuido, y que la delincuencia común ha aumentado, pero ha retrocedido el número de homicidios y, que con todo, la reforma del Código Penal y la ley de Enjuiciamiento Criminal son avances, progresistas. Felipe González repitió la tesis de que el Gobierno no cederá un ápice en la defensa de la bandera y la unidad de España, pero recordó que en problemas de este tipo es necesario responsabilizar a instituciones públicas como son ayuntamientos y entes autónomos.

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También las relaciones internacionales suponen para el presidente del Gobierno un avance importante. La OTAN, la integración, en Europa -en la que tras la cumbre de Stuttgar, España y Portugal son una unidad de destino en lo europeo, las relaciones con el Mogreb y Latinoamérica fueron temas en los que el presidente del Ejecutivo quiso dar sensación de que la política que se sigue no es tercermundista, calificativo en el que ha insistido últimamente la oposición. Latinoamérica no es para el Gobierno socialista un compromiso retórico, sino histórico. El discurso piramidal del presidente tuvo precisamente en el apartado referido a las relaciones exteriores su parte menos convincente.

Sólo incertidumbre

Fraga centró su disertación en el catastrofismo, en el recuerdo de las muchas advertencias que habían, hecho él y su grupo al Gobierno para que no se produjeran una serie de errores. Para Fraga, el Gobierno, no presenta más que incertidumbre, y lo único que está claro es que la docena de huevos vale 20 pesetas más, y que el botones de hotel puede sentirse satisfecho porque no figura en la nómina del más del 40% de jóvenes de su edad en el paro. Fraga, como ya hizo en otra ocasión, nos ilustró sobre los precios del supermercado en que compra, y en el que resulta que la lentejilla francesa ha pasado delas 112, pesetas el kilo a 183.

Para Fraga, todos los males aumentan: la delincuencia, el déficit, público, el paro, la deuda exterior, la inflación, los costos de la Seguridad Social, y además crece desmesurada y devoradoramente la Administración central. Para Fraga, el PSOE no ha resuelto ninguno de los grandes problemas nacionales y Felipe González habló de muchas, cosas, pero eludió el fondo de las cuestiones. Para el líder de la oposición, en materia autonómica se ha quedado sin programa, y el Gobierno sin política. Fraga dió la sensación de representar a una oposición mucho más real de lo que él proclama. Lo dijo él mismo: no estaba allí como gallo de pelea.

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