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El Gobierno de Israel comienza a sentirse nuevamente amenazado por la intensificación de la guerra en Líbano.

El Gobierno israelí está dividido sobre la respuesta que debe dar Tel Aviv ante la intensificación de la guerra civil en Líbano. El ministro de Defensa, Moisés Arens, apoyado por varios miembros moderados del Gabinete, considera que Israel debe mantenerse al margen en este conflicto, a menos que sus intereses vitales se vean directamente amenazados.

La mayoría de los observadores políticos y militares de Tel Aviv mantienen la opinión de que Israel no intervendrá en el conflicto mientras los cañones de la flota norteamericana sigan bombardeando las posiciones palestinas y sirias. Ahora bien, si el presidente de EE UU, Ronald Reagan, bajo presión del Congreso o de la opinión pública, se ve obligado a retirar sus marínes, entonces Israel no podrá asistir pasivamente al regreso de los combatientes palestinos a la capital libanesa con la ayuda de los sirios. Ariel Sharon, ministro sin cartera, y otros colegas suyos del Gobierno han criticado la "actitud demasiado pasiva" de Arens y exigen al ministro de Defensa que no abandone a su suerte al presidente libanés, Amín Gemayel, y a sus fuerzas cristianas.Según estos ministros, el conflicto libanés ha superado el carácter de guerra civil, debido a la intervención de fuerzas palestinas, iraníes y libanesas y los bombardeos de la artillería siria contra Beirut.

Arens replica que la actitud de Israel, especialmente la de sus fuerzas armadas, no debe ser dictada por el llamado lobby extranjero, es decir, los falangistas, sino por los intereses nacionales.

Este sector considera, en primer lugar, que los intereses vitales de Israel sólo se verán amenazados en el caso de que los palestinos vuelvan a establecerse en el sector entre Damur y Sidón que domina la nueva línea defensiva israelí en el sur de líbano. El objetivo de las patrullas militares israelíes enviadas regularmente al norte del río Awali tiene, precisamente, como objetivo abortar en su origen cualquier intento palestino de penetrar en esa zona.

Cuestión de límites

Mantiene, por otro lado, que los intereses israelíes se verán también amenazados si "los sirios amplían su intervención más allá de un límite tolerable". ¿Cuál es ese límite? En el Ministerio de Defensa afirman que "Israel no tolerará sin actuar una participación activa del Ejército sirio, ya sea terrestre o aérea".

'Monopolio' falangista

El ministro de Defénsa, ha roto con la.orientación exclusivamente profalangista de su predecesor Ariel Sharon. Antes incluso de que se produjese la retirada israelí en la montaña del Chuf, Arens rechazó la petición de las fuerzas libanesas de entrar en la zona a medida que se produjese el repliegue israelí. El ministro de Defensa exigió para conceder esa autorización un acuerdo previo entre el presidente Amín Gemayel y las fuerzas drusas de Walid Jumblatt.

El ministro de Defensa israelí ha puesto fin, igualmente, al monopolio del que se beneficiaban las fuerzas falangistas que tienen un representante permanente en Jerusalén. Bajo Moisés Arens, varios dirigentes drusos han podido viajar a Israel para exponer sus puntos de vista ante la opinión israelí.

Sin embargo, los últimos acontecimientos en Líbano han obligado a Arens a corregir su política: "Comprendo perfectamente la preocupación de los drusos para proteger sus aldeas en el Chuf, pero una cosa es proteger sus hogares y otra lanzarse al asalto de Suk el Gharb, a las puertas de Beirut, junto a las fuerzas palestinas y de otros países árabes".

Arens afirma que "Beirut no es una ciudad drusa y los combatientes drusos no tienen nada que hacer en ese combate contra el Ejército libanés que defiende Beirut y el Gobierno legal que preside Amín Gemayel".

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