François Mitterrand I, rey de Francia y de África
El autor de este artículo, profesor de Filosofía Política, en la Universidad parisiense de la Sorbona, critica "el chovinismo" y el "escandaloso estrépito" con el cual la izquierda, y la derecha francesas se han reconciliado a propósito del conflicto de Chad"sobre la piel vulnerada de África central".
LLUÍS SALA-MOLINS
FÁBREGUES
Rejuvenecer es agradable. Rejuvenecer casi 30 años, asistiendo al concierto polifónico de los ditirambos de la Prensa francesa sobre el genio político de Mitterrand, el magnífico, irguiendo la espada de las gestas Dei per francos en medio del Chad, ¡qué tristeza! Hallar en la prensa francesa de derechas, de centro y de izquierdas una letanía cacofónica de: "Ya era hora", "Más palo", "Viva nuestra misión universal", "No podemos abandonar lo que fue nuestro". íQué fantástica lección depolítica!Ya van casi 30 años de lo de Argelia y de la emancipación de los pueblos africanos francófonos ¿Se acuerdan ustedes? Se lo hicieron a medias los socialistas de entonces y los gaullistas de siempre. Los socialistas de hoy pulsan el botón de la máquina de guerra, y los gaullistas de hoy, como los de ayer, aplauden hasta sangrar. Y nadie del Gobierno dimite. Ni los amigos de Michel Rocard, tan pundorosos. Ni los del Partido Socialista Unificado, tan arregladitos y lindamente ecologistas. Todos franceses, todos contentos.
La Prensa, decíamos: a duras penas, y dialécticas, el director de Libération halla grumos, y los escupe, en el finísimo consomé de la política elísea. Hay que acudir a las redacciones confidenciales de Krivine (Liga Comunista) y Laguillier (Lucha Obrera) para leer una crítica diametral de la estupidez que está haciendo Mitterrand.
Y digo Mitterrand porque ha empezado solito. Sin convocar al Parlamento. Sin ni siquiera convocar al Consejo de Ministros. De tal manera; que la gesta africana de Mitterrand confirma lo fundado de las aprensiones que uno tiene sobre el cambio en Francia.
Uno. El régimen es tan presidencialista ahora como lo era antes; ni más ni menos. "L'Etat c'est moi" restaurado por De Gaulle no lo modifica Mitterrand. Dos. La política africana de Francia continúa siendo "la part du roi", el dominio reservado de la presidencia, el sector que no controlan ni el poder legislativo ni el ejecutivo. Tres. El simbolismo estúpido y fanfarrón de los galones y las medallas, por todo lo que da de ancho la zamarra de un matamoros de feria o de un general en campaña, eso es lo que delimita en la opinión pública francesa (de los nacionalistas de Le Pen hasta los socialistas y los comunistas que gobiernan el país) los criterios de distinción entre progreso y reacción, neocolonialismo y derecho, juridicismo y "coup de force". Cuarto, y valga como corolario. Los franceses no han renunciado aún a su grandeur, a su chauvinismo, a su mesianismo.
Las declaraciones de Mitterrand I a Le Monde no son sanas. Habla de derecho, y va mucho más allá de lo establecido en las convenciones franco-chadianas. Habla de negociación, y reconoce que uno puede "creer en ella", pero que no se dispone por el momento de medio alguno ni siquiera para empezar a entablarla. Habla de derecho, y nos advierte que estamos en el Chad, pero no para potenciar allí la política de uno u otro beligerantes, sino para imponer a todos la política del Estado chadiano. Como si fuera posible aislar al Estado del Chad de la realidad concreta del Chad tal y como se presenta: en plena guerra civil.
Una buena digestión
Nosotros sabemos, nuestro monarca sabe, qué es el Estado del Chad y lo que le conviene: no se lo saben los chadianos, ni en el norte ni en el sur de sus territorios. O sea, que estamos haciendo allí nuestra política, nuestra guerra. ¡Ah! Y la hacemos pulverizando los últimos límites de lo absurdo, para que no haya internacionalización del conflicto. Todo eso lo digiere bien el Partido Socialista francés, cuyo primer secretario, Jospin, va y añade a la sopa su cucharada: "Los que no disponen de los medios suficientes para ganar la guerra tampoco tienen los medios de decidir si hay que hacerla o no". ¿Queda claro, señores chadianos? Estamos en el Chad, pero el Chad está a nuestras órdenes.
Traducción militante de la real frase del presidente Mitterrand: "Tengo confianza en la calidad de nuestros soldados y de sus jefes. Lo harán bien. Tanto la paz como la guerra". El derecho presidencial no es el derecho de gentes; ni el derecho internacional, ni tan siquiera el derecho establecido en las convenciones franco-chadanias. Es el derecho que el presidente, como monarca absoluto, aplica donde quiere, cuando quiere, en pro o en contra de quien quiere. ¿Castigar a Gadafi? ¿Restaurar la unidad del Chad a beneficio de los chadianos? ¿Y_olvidando, claro está, el derecho de préemption del tutor neocolonial sobre las riquezas minerales de Chad?
Pero la opinión pública francesa está satisfecha. Rejuvenecer es agradable. El Chad no es Argelia, ni los años ochenta son los cincuenta. Pero ¿qué caudal acarreaba ya en Argelia el torrente de sangre cuando los estudiantes de la UNEF dejaron de encontrarse solos en su tozuda oposición al brigandage (bandolerismo) francés de los años cincuenta? ¿Hasta qué profundidades la presidencia francesa podrá humillar a África y al mismo tiempo halagar la opinión francesa antes de que los cuatro gatos de extrema izquierda dejen de encontrarse solitos en su oposición al brigandage francés que estamos estrenando?
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