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Tribuna:TRIBUNA LIBRE
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La salvaguardia de la estabilidad bancaria internacional / y 2

Óscar Fanjul Martín

En la primera parte de este artículo el autor analizaba cómo las difíciles circunstancias económicas internacionales de la última década han aumentado sensiblemente la preocupación por la seguridad del sistema financiero internacional, y particularmente del bancario. El reconocimiento de la existencia de estos nuevos problemas y la constatación de posturas muy distintas frente a los mismos justificaron la creación, en 1974, del llamado Comité Cooke, formado por representantes de los bancos centrales de los 10 grandes y del de Suiza.

ÓSCAR FANJUL

L. PÉREZ DE ARTEAGA, Salzburgo

El Comité Cooke tuvo como objetivo llegar a un acuerdo sobre la división de responsabilidades entre los bancos centrales respecto a la supervisión de las operaciones de los bancos multinacionales. Con ello se pretendía garantizar que ninguna entidad financiera pudiera quedar fuera de control como consecuencia de operar en más de una jurisdicción territorial.En el seno del comité quedaron manifiestas las distintas posturas de los bancos centrales, lo que se plasmó en la falta de claridad de los acuerdos. De cualquier forma, hay una serie de aspectos sobre los que desde entonces se han ido alcanzando acuerdos aceptados más o menos generalizadamente.

Así, se acepta que la actuación de las sucursales extranjeras debe ser tutelada por el banco central del país de origen del banco propietario de las mismas. Por ello, cada banco central debería supervisar la política de préstamos de las sucursales exteriores de los bancos nacionales.

En el caso de entidades filiales, la responsabilidad debería ser compartida por ambos bancos centrales, aunque aquí el papel del banco central del país donde la entidad subsidiaria radica sería la más importante, sobre todo en lo que se refiere a la liquidez.

Así como en el caso de las sucursales la responsabilidad del banco propietario de la misma es fundamental, en el caso de las filiales ésta es más difusa y depende de elementos tales como la participación o el nombre de la misma. Un ejemplo reciente de esta falta de acuerdo sobre responsabilidades lo tenemos en el caso del Banco Ambrosiano, respecto a alguna de cuyas filiales el Banco de Italia parecía no sentirse responsable.

Finalmente, conviene resaltar el creciente énfasis que se ha ido poniendo en que la supervisión se re fiera al conjunto consolidado de los activos y pasivos de todas las entidades pertenecientes a un grupo, única forma de garantizar un análisis correcto de la solvencia bancaria.

Propuestas para la seguridad financiera

El Comité Cooke pretendía exclusivamente acordar el reparto de responsabilidades sobre la supervisión de los bancos multinacionales. Pero desde la crisis de 1974 muchos han pedido que se revise en profundidad el marco institucional en el que se desarrolla la actividad financiera internacional, con el fin de introducir correcciones que aumenten la confianza y la estabilidad de la misma. El punto de referencia han sido los buenos resultados obtenidos a escala nacional en la búsqueda de la estabilidad bancaria y, por ello, las propuestas más inmediatas han sido intentar adaptar los mecanismo de seguridad doméstica al nivel in ternacional.

Así, una primera alternativa consiste, simplemente en intensificar el grado de regulación. El primer problema que esto plantea es que restringiría el volumen de ope raciones bancarias internacionales, que han sido altamente positivas, y para las que no existe en la actualidad sustitutivo. En segundo lugar, tal tipo de política, es difícil de implementar, pues exige una uniformidad de actuación en un elevado número de países, ya que en ausencia de ésta, los agentes y las operaciones se desplazarían hacia los lugares donde la regulación fuera menor, tal como ha estado ocurriendo. Además, los países con menor regulación disfrutarían de las ventajas, sin incurrir en sus costos, de la mayor estabilidad internacional garantizada por los demás.

Otra propuesta es la de institucionalizar un mecanismo de préstamos de última instancia, tema éste sobre el que el Comité Cooke no se pronunció. Este papel lo cumple el Fondo Monetario Intérnacional a nivel de Gobiernos centrales de países, para que éstos puedan cumplir sus compromisos con sus acreedores.

Mayor seguridad

Una alternativa sería que el Fondo, o algún organismo de nueva creación, pudiera realizar esta función prestando directamente, en última instancia, al banco afectado. Esto plantearía importantes problemas, que tienen que ver con las dificultades de establecer un sistema que permita determinar cuándo se interviene, a qué tipo de entidades se apoya, cómo se obtiene la financiación y cómo se evita que la existencia de este mecanismo de confianza no relaje aún más los márgenes de prudencia de los prestamistas, entre otras cuestiones.

Fijándose directamente en el éxito de las experiencias nacionales, se ha propuesto establecer a nivel internacional un sistema de seguros sobre préstamos o sobre depósitos.

Este tipo de propuesta permitiría evitar las distorsiones que puede suponer una mayor regulación y una menor competencia, así como reducir el efecto relajador de la existencia de un preúamista de última instancia. Sin embargo, esta solución plantea también múltiples problemas, tales como la determinación de qué es lo que se asegura, en qué proporción, o cómo se financia el fondo de seguros.

La adaptación ya ha comenzado

Sin embargo, tal vez el mayor problema que plantea la introducción de un sistema de seguros es la limitación que para la soberania nacional puede significar. En efecto, el éxito de un sistema de seguros bancario depende de la capacidad de supervisión, fiscalización y disciplina del organismo que lo gestione, para que se puedan evitar comportamientos financieros excesivamente arriesgados. Ello implica transferir importantes parcelas de control desde los bancos centrales al organismo, asegurador, lo cual podría suponer cambios importantes en el funcionamiento de muchos sistemas finacieros nacionales, que afectarían incluso a la conducción de la política monetaria, sobre todo en sistemas muy intervenidos.

En resumen, vivimos un momento en que, sin que prevalezcan posturas tremendistas, se teme por la estabilidad de los sistemas financieros de una manera que era difícil de prever hace muy pocos años.

Existen instrumentos potentes en los que puede confiarse para contener posibles crisis. Sin embargo, son múltiples las propuestas que políticos, hombres de negocios y economistas hacen para dotar de mayor seguridad al sistema financiero internacional. Estas propuestas van desde cambios marginales a la creación de poderosos organismos internacionales.

Con independencia de los resultados a que conduzcan las discusiones sobre las grandes reformas, ya han comenzado a producirse cambios en la conducta de las partes implicadas, como consecuencia de la necesidad que tienen de adaptarse a las nuevas circunstancias.

Estos cambios pueden por sí mismas conducir a mejoras importanes en el funcionamiento del sistema financiero internacional. Así, ha aumentado la demanda de información estadística, la comunicación entre las instituciones privadas de crédito, la coordinación entre los bancos centrales -se ha comenzado a revisar la interpretación del concepto de secreto bancario- y mejoran las técnicas de gestión que los bancos aplican en el desarrollo de sus operaciones internacionales.

Todo ello contribuirá, sin duda, a perfeccionar el, funcionamiento de los mercados financieros internacionales. El mayor peligro ahora es que la búsqueda de esa mayor prudencia no sea gradual y la precipitación pueda conducir a bruscas contracciones de liquidez.

Óscar Fanjul es secretario general técnico del Ministerio de Industria.

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