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Consecuencias de las inundaciones en el norte de España

1.500 millones de toneladas de agua cayeron sobre el Norte

Sólo las transformaciones climáticas operadas en las últimas décadas en el País Vasco permiten a los meteorólogos explicar la avalancha de 1.500 millones de toneladas de agua -más de 100 veces el volumen de la bahía de la Concha-, que devastaron días atrás las provincias del norte. Euskadi ha dejado de ser "la tierra del sirimiri" y su clima empieza a parecerse al de las zonas subtropicales. Los modelos climáticos asignados al País Vasco, que atribuyen a los pasados fenómenos tormentosos una frecuencia teórica de una vez cada 1.000 años, deberán que ser modificados radicalmente. Es la hora de investigar y de dotar a los centros metereológicos de los elementos técnicos necesarios para prever las nuevas catástrofes que los expertos auguran.

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"En los últimos diez años hemos registrado los vientos más fuertes del sur y del cuarto cuadrante, del año, en octubre, y el agosto más lluvioso, la tromba de agua más intensa y extensa, el peligro de sequía más severo, la temperatura más alta, el verano más tormentoso y el julio más húmedo", se afirma en un extenso documento presentado ayer por el centro metereológico zonal de San Sebastián.Las inmensas masas nubosas que desencadenaron la tromba de agua sobre Euskadi no fueron detectadas por el satélite Meteosat ni por ningún centro meteorológico; se generaron a una velocidad vertiginosa sobre Guipúzcoa y Vizcaya, provocando un fenómeno extraordinario, totalmente imprevisible y desconocido en la historia del País Vasco. Los meteorólogos no consiguen determinar el origen de este fenómeno que, sin duda, ocupará las discusiones de los científicos en los próximos meses.

La inexistencia de mareas vivas, vientos fuertes y mar de fondo y la capacidad de los embalses, que recogieron millones de metros cúbicos de agua sin llegar a desbodarse, impidieron que el desastre alcanzara magnitudes superiores. Los técnicos del centro meteorológico de San Sebastián sostienen que las masas nubosas, que contenían 40 billones de metros cúbicos, tomaron la forma de dos inmensos cumulo nimbus (grandes masas lluviosas de desarrollo vertical), generados independientemente en Guipúzcoa y Vizcaya bajo la gota de aire frío procedente del Polo que ha permanecido oscilando estas semanas sobre el área comprendida entre Gerona y La Coruña.

La situación climatológica del día 25 era tan atípica como lo está siendo el verano en Euskadi: presiones mínimas de 1.017 milibares, vientos flojos o moderados del cuarto cuadrante, precipitaciones moderadas y un índice altísimo de humedad, que ha alcanzado medias mensuales de hasta el 90%. La temperatura de las aguas había descendido progresivamente desde cinco días antes, pasando de los 22,3 grados centígrados a 20,7. Este mapa fue atribuido por el centro metereológico de Igueldo a la "succión" de bajas presiones relativas del Mediterráneo por áreas interiores de la Península, algo por otra parte habitual en estas fechas.

Agua y aire

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Antxon Uriarte, doctor en Geografía y autor de una tesis sobre el régimen de precipitación en el País Vasco, sostiene que el fenómeno tormentoso se produjo al chocar las masas de aire húmedo procedentes de la evaporación del mar -que ha alcanzado elevadas temperaturas en esta parte del golfo- con la gota de aire enfriada a una temperatura de 15 grados bajo cero. El científico da a la cálida temperatura del mar la misma importancia que a los efectos de la gota de aire frío. El que las aguas de Galicia sean más frías en esta parte del año, contribuiría a explicar que la gota no haya provocado efectos considerables más allá de la provincia de Santander.Nadie explica, sin embargo, la magnitud de las masas nubosas, ni el hecho desconcertante de que la cuenca del Bidasoa y poblaciones como San Sebastián se hayan salvado de la increíble tromba que arrasó asimismo el País Vasco-francés. Tampoco los centros meteorológicos de París y de Londres, que disponen de medios muy sofisticados, predijeron nada ese día.

José Ignacio Álvarez Usabiaga, jefe del centro meteorológico zonal de San Sebastián, manifestó ayer que si le hubieran anunciado días antes la posibilidad de un fenómeno así, habría contestado con una sola palabra: "Imposible". Aportando datos precisos, negó, contra la opinión generalizada, que haya descendido el nivel de lluvias en Guipúzcoa y Vizcaya en los últimos años. "Ocurre", dijo, "que está desapareciendo el régimen de sirimiri y aumentan los chubascos, especialmente en el verano". A su juicio, estas transformaciones pueden formar parte de un ciclo climático muy amplio o responder a hechos como la despoblación forestal, la ascensión de latitud del Sáhara o el aumento de anhídrido carbónico en la atmósfera.

El informe presentado ayer a los medios de comunicación finaliza con un augurio nada tranquilizador: "Hay que pensar que en fechas posteriores, y quizás en plazo no remoto, podamos sufrir alguna otra catástrofe".

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