Desorbitado movimiento alcista del dólar
La atención de los sectores económico-financieros, polarizada en las fluctuaciones del dólar. Al desorbitado movimiento alcista de la divisa norteamericana en la semana precedente iba a seguir un retroceso de importancia, que no llegaría a ponerla en sus niveles de arranque, pero muy cerca anduvo de ello. Y en cuanto a lo que a España y a los españoles interesa, conviene destacar que en el transcurso del acentuado altibajo del dólar, nuestra moneda no se ha despegado en forma sensible de la marcha promedio registrada en las demás divisas europeas, lo cual, a fin de cuentas, constituye para nosotros un hecho positivo, según Jaime Jerez de Drexel Burnham Lambert.En el trasfondo de esas acentuadas fluctuaciones del dólar están los tipos de interés o, dicho de otro modo, su rentabilidad. Y no sólo por lo que son en el presente sino también por lo que se espera sean en el futuro. Algunas motivaciones fundamentales inciden, sin duda, tanto en la situación presente como en las especulaciones sobre el porvenir. Pero en cuanto a éstas, parece que el ánimo que predomina en un momento u otro es movido más por la opinión de unas voces cuya autoridad nadie pone en duda, y sobre todo por las propias instintivas reacciones psicológicas, que por la irrebatible fuerza de convicción de los fríos datos estadísticos.
La subida que puso el dólar en altos históricos, anteriores y sucesivos índices de la oferta monetaria (los tan traídos y llevados M-1) habían reflejado una tendencia inflacionaria que rebasaba los límites señalados por el FED como tolerables, y ello hacía lógica la suposición de que aquel organismo pudiera imponer una política más severa en materia de facilidades crediticias, es decir, unos más altos tipos de interés. Ello es un hecho incontrovertible. Pero también lo es que el dólar no inició aquella subida que parecía incontenible hasta que ciertas personalidades del mundo financiero lanzaron urbi et orbe la predicción alarmante de unos tipos de interés a nivel cuasi-prohibitivo a finales del segundo semestre de este año. Igual puede decirse con respecto a la ulterior reacción bajista del dólar.
Los bancos centrales europeos y el japonés llevaban a cabo una concertada operación defensiva de sus divisas. Hubo una semana que el M-1 fue de signo menos desfavorable que los anteriores y los indicativos económicos señalaban cierta disminución en el ritmo del relanzamiento de la economía norteamericana. Todo ello podía, evidentemente, sugerir la posibilidad de un movimiento en cuesta abajo de los tipos de interés. Sin embargo, el dólar no iniciaría su efectiva cuesta abajo hasta que los más leídos y escuchados analistas de mercado dieron en la tecla de que el dólar y sus tipos de interés andaban cerca de su más alto techo.
En cuanto a ese reciente declive del dólar, no creemos que sea cuestión de abrigar excesivas ilusiones. Sería bueno para todos, a comenzar por los propios norteamericanos, que el dólar siguiera bajando, o por lo menos que se mantuviera en los actuales niveles.
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