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Crítica:El cine en la pequeña pantalla
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

La ciudad del padre Flanagan

Hubo una época en la que se hacían películas católicas. El cine norteamericano descubrió el filón en los años treinta con producciones como Las llaves del reino, epopeya misional con Gregory Peck de apostolado en China, Siguiendo mi camino con Bing Crosby de párroco canoro, o La ciudad de los muchachos, en la que Spencer Tracy hacía de cura irlandés de bondad enérgica y constructiva.Esta película, dirigida en 1938 por Norman Taurog, un profesional que firmó alguna buena película de Jerry Lewis, tiene la peculiaridad de no ser sólo una, cinta de sacerdote, sino de sacerdote con niño, pareja secularmente tan acreditada como la de cualquiera de los grandes dúos de la historia. Y, a mayor abundamiento, ese niño no era cualquiera, sino el gran niño del cine. Mickey Rooney.

Si no fueran Tracy y Rooney los protagonistas de la cinta y no se produjera toda la química evidente entre el padre Flanagan y su pequeño discípulo-delincuente, daría lo mismo ver la película que ir en peregrinación a Lourdes, pero los dos grandes actores están ahí para traernos el recuerdo de lo que fueron. Porque si Spencer Tracy desapareció físicamente hace ya algun tiempo, lo mismo ha ocurrido con Mickey Rooney, aún en activo a sus sesenta y tantos años. Que el gran actor niño que fue está enterrado, en venerables celuloides como el de La ciudad de los muchachos.

La ciudad de los muchachos se emite en La clave a partir de las 20,45 por la segunda cadena.

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