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La violencia amenaza la política de Thatcher para el Ulster

Soledad Gallego-Díaz

Treinta y cinco personas han muerto en Irlanda del Norte desde primeros de año víctimas de la violencia terrorista. La sangrienta lista puede incrementarse en las próximas horas: tres policías fueron tiroteados ayer en las calles de Londonderry, y uno de ellos, alcanzado por varias balas, se encuentra en estado crítico. La política de "ley y orden" del Gobierno conservador de Margaret Thatcher, que inició hace poco más de un mes su segundo mandanto consecutivo, no ha logrado pacificar el Ulster.No hay semana en la que no se produzca un atentado, y nada hace prever que la situación pueda cambiar en los próximos meses. La tragedia de Irlanda del Norte, diezmada por la crisis económica y por la violencia de las dos comunidades que viven en ella (protestante y católica), sólo salta a los medios de comunicación cuando el IRA o el INLA -los dos grupos terroristas nacidos. de la comunidad católica y partidarios de la reunificación de la isla- asesinan de un solo golpe a varias personas o cuando golpean en el corazón de Londres.

Cifras estremecedoras

Las cifras son estremecedoras: entre enero de 1970 y mayo de 1983 se han registrado 25.682 heridos. Significa que desde hace 13 años, 172 personas caen cada mes en Irlanda del Norte víctimas de un problema político casi insoluble. A la semana, 43 heridos, más de seis al día, durante años y años, es una cifra capaz de destruir cualquier sentimiento de seguridad y de confianza en el futuro en una región que tiene poco más de millón y medio de habitantes. Las víctimas principales son civiles (17.388 heridos), aunque la policía y el Ejército pagan también su tributo diario de sangre: 4.466 policías y 3.828 soldados británicos han resultado heridos en el Ulster desde 1970. Los muertos sobrepasan los 2.000: 1.620 civiles, 402 soldados y 182 policías.La presencia del Ejército británico -profesional-, enviado en 1969 para apoyar a las autoridades locales y acabar con la violencia, no ha logrado sus objetivos. Entre 15.000 y 20.000 soldados, según los momentos, no pueden evitar, pese a su sofisticado equípo, el permanente goteo de heridos y muertos. Muchas voces reconocen que fue un error enviar el Ejercito a Irlanda del Norte, y algunos sectores labo ristas claman ya por su retirada. El remedio fue tal vez peor que la enfermedad, y las fuerzas armadas y el Gobierno de Londres están ahora atrapados, porque su retirada puede ser interpretada como un abandono de la comunidad protestante, que es la mayoritaria.

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