Guerras de verano
Así como la batallita política de invierno es sorda, lenta, oscura, cuando todo Madrid cabe entre los dos leones del Congreso, las guerras de verano son un brujuleo de fratrias, un vivaquear de tribus alcarreño / ideológicas, un leonado y desvariante ir y venir de las taifas fondonas y las esbeltas huestes de las mil derechas: preparan para el otoño el asalto a la democracia. En los safaris fotográficos, de los que luego hacen crónica pseudo / Hemingway los disidentes de todo y militantes de sí mismos; en las diapositivas chrome, en los yates de nylon que se compran entregando el viejo y firmando letras; al costado fresco y caliente de Christie Brinkley, repartida eucarísticamente en todos los desnudos jóvenes del mujerío que viene; entre las orejas (pechos: cheli) de las adolescentes, que han salido a tomar el sol oficialmente, sin sostén de cadena perpetua, entre licores bien frappé y bien auditados; en las piscinas arriñonadas de Somosaguas, La Moraleja y Puerta de Hierro, en las subastas caras, ya sin puja, donde se compra el sobrante de temporada por la puerta de atrás (no hay dinero para invertir, hay dinero para cuberterías de plata y protoporcelana), a salvo de teléfonos pinchados (se comunican de dacha a dacha mediante transistores de antena, sumergibles, por si les pilla la consigna patriótica dentro del agua), bajo la música de Eddy Grant y el cadáver de Estrellita Castro, flotante en el formol de la luz, a despecho de las rebajas, esperando que Reagan llegue al Cono Sur, a caballo de la reelección, antes que Felipe, bebiéndose todo el mar on the rocks, ya que hay restricciones en Madrid, las derechas planean su democrático asalto a la democracia.
Ballesteros se va a por el Open británico, que aquí no te respetan ni las pelotas. Porta dice / hace decir que la retirada de subvención al fútbol es otra vez el franquismo. ¿Cómo se puede subvencionar tanto fútbol, que es un gran negocio, cuando no hay escuelas, que son una ruina? En Reus van sobre patines y la pequeña / mediana empresa se lo hace off/ off Ferrer-Salat, en lo que puede. Vídeos y grabadoras observan / alienan al obrero que antes sólo estaba alienado históricamente: ahora lo está técnicamente, que es más crudo. El asalto democrático a la democracia, guerra de guerrillas veraniega, espera, sí, consolidarse con la reelección de Reagan, y hay como una respuesta nacional, una bandada de continentales, que hubiera dicho Paul Morand, hacia la Solemnísima Trinidad Reagan / Thatcher / Hiro-Hito. Don Carlos Pérez de Bricio se cuelga todos sus ex, como cruces honoríficas, para largar contra la reconversión industrial del Gobierno. Hasta Gabriel Elorriaga reaparece, como el hombre de Orce del retrofraguismo, para hablar de Sagunto. Los economistas Schwartz / Friedman denuncian la política fiscal. Las estatuas, el aborto, los sueldazos oficiales, los privilegios municipales, Juan Barranco, los catedráticos extraordinarios y hasta el padre Arrope van a ser rodeados, fumigados y exorcizados. Al capitán Pitarch lo meten de caballero estable en su propia casa. José Figueras, diputado de AP al Congreso de Barcelona, quiere que el ancho europeo de vía férrea llegue hasta Figueras. Ven ya una Europa de derechas y quieren traérnosla en los Grandes Expresos Europeos, tipo tourné de los Grandes Duques.
Eduardo Baselga y Francisco Serrano, del Grupo Popular, deuncian, como cosa del día, la situación de Extremadura. Pero Extremadura es "heredada". Los tractores se concentran en Elche, como antaño los tanques de Milans. Se controla el socialismo de los ministros cómo la alcoholemia de los conductores, y algunos cronistas de Tribunales propugnan la "posesión lícita de armas", siempre que tengan calidad histórica o artística, eso sí.
Pero a la democracia igual se la suicida con la pistola falsa y romántica de Larra.
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