El fiscal pide 60 años para Escobedo y deja abierta la posibilidad de que alguien 'se esté riendo' por eludir la justicia
José Antonio Zarzalejos, fiscal en el caso Urquijo, elevó a definitiva su petición de dos penas de 30 años de reclusión por doble asesinato con premeditación, nocturnidad y haberse realizado en morada de la víctima para Rafael Escobedo Alday, único procesado en la causa que se sigue por el asesinato de sus suegros, los Marqueses de Urquijo. El defensor, José María Stampa, solicitó la absolución y argumentó que, dada la convicción que tiene sobre la inocencia de su patrocinado, ni siquiera manejaba la hipótesis del encubrimiento, que permitiría rebajar la pena ostensiblemente. Zarzalejos no excluyó la participación de otras personas en el asesinato de los marqueses, y dijo tener la conciencia tranquila con la acusación a Escobedo. Agregó que lo único que lamentaría es que un inocente tuviera que cumplir una larga condena, pero hay la posibilidad de que haya gente que se esté riendo porque ha eludido a la justicia en el caso Urquijo. Stampa, en su informe, insinuó que había suficientes razones para haber procesado a otras personas más que a Escobedo y centró la atención del tribunal en la actuación del administrador, Diego Martinez Herrera. El juicio quedó visto para sentencia.
Zarzalejos afirmó que la prueba de los casquillos no tiene mayor importancia, hasta el punto, dijo, de que "sólo con esa prueba del casquillo, jamás hubiese acusado a Rafael Escobedo ni a nadie".La prueba biografológica pedida por Stampa fue calificada por el fiscal como sin valor, y añadió que creía que los mozos del Instituto Anatómico Forense fueron los que lavaron el cadáver, aunque restó importancia al tema. Dijo que no se había podido establecer la hora de llegada de Escobedo a su domicilio, ni tampoco la hora de la muerte de los marqueses y que, aunque no conocía el móvil del asesinato, señaló que éste podía estar en la suma de cuatro frustraciones: la familiar, la matrimonial, la económica y la profesional; el conjunto de esas frustraciones lo dirigió contra sus suegros. Indicó que en este juicio ha habido cuatro procesos paralelos: el de la calle el de los medios de comunicación, el de la sala, y el de la verdad real de lo que ocurrió en aquella noche, que "tal vez sólo esté reservado a Dios".
Diferenció los hechos en dos partes. La primera desde el 1 de agosto de 1980, fecha del asesinato de los marqueses, hasta principios de abril de 1981, fecha en que fue detenido Escobedo, y la segunda, desde esta última fecha hasta hoy. El fiscal desmenuzó todos los detalles sobre ambas partes y dijo que, tras examinar todas las líneas de la investigación, esta se ciñó al círculo familiar, ya que el marqués no tenía funciones ejecutivas en el Banco Urquijo desde hacía tiempo.
Calificó de chapuza la forma en que fue rota la cristalera de la puerta de acceso al domicilio de los marqueses, y se preguntó que a quién beneficiaba la muerte. Añadió que, tras minuciosa investigación, había sido descartado Dick el americano porque no se encontraba en Madrid y que, tras la declaración de los hijos de los marqueses, se puso de manifiesto la tensión existente entre Escobedo y sus suegros. Esto fue lo que condujo a la policía a investigar en la finca de Moncalvillo.
Respecto al pacto de Escobedo con la policía el fiscal se preguntó que qué podía temer de la policía el padre de Escobedo para que su hijo se autoacusara de dos muertes violentas. Dijo que Escobedo no había sido amenazado en niagún momento y que en el careo celebrado en la sala el policía tuvo que llamarle mentiroso.
La confesión no basta
Stampa expuso que la confesión de Escobedo no era suficiente para condenar, de acuerdo con la Ley de Enjuiciamiento Criminal y la Constitución. Señaló que no se había hecho la prueba biografológica de la confesión manuscrita que el encartado firmó en las dependencias policiales, ya que, en opinión del letrado, la pérdida de este docurnento constituye la principal falta de garantía procesal. Tampoco se hizo el mismo estudio sobre un test que Escobedo hizo en una oficina de empleo de Madrid al día siguiente de cometidos los crímenes. Circunstancias que, unidas a la polénlica suscitada con las pruebas periciales de balística, fueron aprovechadas por Stampa para decir que "sólo un abogado como yo puede luchar contra todo un aparato policial poniendo en juego incluso mi prestigio".
Con brillantez expositiva Stampa intentó desmontar las acusaciones del ministerio público. En concreto, que la confesión la hizo por sentirse abrumado y anonadado por tenei que desnudarse y hacer flexiones, lo cual, en su opinión, era peor que la brutalidad de otras épocas. Resaltó que, tanto los peritos psiquiátricos del fiscal como los de la defensa, se habían puesto de acuerdo en que, ante una circunstancia así, junto con el hecho de ver a su padre detenido y esposado influyó decisivamente en la confesión y que esta puede no tener valor, para concluir a ese respecto que "éticamente, racionalinente, moralmente y humanamante, no puede ser condenado a sesenta años porque sería una injusticia a la vista de las serias dudas existentes".
Le pareció extraño el nombramiento de jueces especiales; dijo que no fue convocado para la declaración de Escobedo ante el juez. Haciendo hincapié en una afirmación del fiscal, expuso que, efectivamente, el valor de la prueba de los casquillos era marginal para arremeter contra la fiabilidad de la recogida de los casquillos en la finca y de la propia identificación de las vainas. Ante esto y la falta risica de los casquillos, preguntó "¿Quién me dice a mí que la vaina recogida en la finca no es una de las cuatro de la casa de los marqueses?; ¿por qué solo se fotografía una de ellas y no las otras tres?".
En cuanto a la nueva prueba de balística, cuyo informe se vio ayer en la sala, señaló que se trataba de una información sesgada, para dejar bien al departamento de balística, llegando más adelante a hablar de la mentira de la policía, al referirse a Escobedo como un pobre hombre que justificó la actuación policial. Finalmente, dudó si los marqueses fueron muertos realmente en la casa, o transportados allí, y dijo que con muy poco indicios se había incriminado a Escobedo cuando otra personas -se refería, sin duda, al administrador- tenía heridas sospechosas en un brazo.
Prueba balística
Previamente, por la mañana, en la prueba balística los informes de los peritos del fiscal y de la defensa mostraron importantes discrepancias, que se pusieron de manifiesto a lo largo de la declaración, pero tal vez el aspecto más importante para la resolución del juicio y la decisión del tribunal fue la afirmación coincidente de los cuatro peritos de que se habían medido nuevamente los ángulos en las fotografías de los casquillos encontrados en la casa de los marqueses y la finca de Escobedo, y que la diferencia era aproximadamente de cinco grados, y no de veinte, como se afirmó hace días. Después de esta afirmación el fiscal consiguió que los peritos de la defensa manifestaran que los casquillos en cuestión podían haber sido disparados con una misma arma. Antes los peritos policiales habían afirmado que la prueba realizada a petición de la defensa, carecía de valor científico.
Stampa hizo que los peritos explicaran al tribunal los grados de diferencia existentes entre el casquillo numerado con el uno, que tenía un ángulo de 120 grados y 42 minutos y los restantes. Las diferencias más apreciables son las producidas por el casquillo número siete, con 110 grados 30 minutos, lo que hace una diferencia de 10 grados 12 minutos con el número 1 y el casquillo número 29, desechado por los peritos de la defensa, y que tiene una diferencia con el primer casquillo de 17 grados 48 minutos. El jefe del laboratorio de balística calificó la prueba como absurda.
A petición del defensor, Se hizo constar en acta que la diferencia media en los ángulos entre la primera vaina y las restantes era de cinco grados, que no era posible determinar si los casquillos encontrados en la residencia de los Urquijo se hizo con rifle o con pistola, y que tampoco se podía determinar si las balas que mataron a los marqueses pertenecían a los casquillos encontrados
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