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El asesinato de un taxista provoca fuertes acciones de protesta en el sector

Los taxistas madrileños suspenderán hoy sus servicios durante las dos horas anteriores y las dos posteriores al sepelio de su compañero Juan José Bartolomé Romero, de 37 años, casado y con hijos de 11 y 6 años, muerto a puñaladas poco antes de la medianoche del pasado sábado. El entierro se desarrollará a partir de las 14.30 horas de hoy, en el cementerio de Carabanchel. A lo largo de toda la madrugada y la mañana del domingo, unos 3.000 taxistas se manifestaron con sus vehículos por distintos puntos del centro de Madrid, para exigir mayores medidas de seguridad. Por su parte, el gobernador civil aseguró ayer que, esta misma semana, 300 policías nacionales reforzarán la vigilancia en los barrios más conflictivos de la ciudad.

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Unas viejas reivindicaciones

El cuerpo de Juan José Bartolomé Adanero fue encontrado en las cercanías de su taxi, un Seat 131, matrícula M-3834-CP, en la calle de Ignacio Suárez, del barrio de Orcasitas, a última hora de la noche del sábado. El taxista había sido apuñalado cuatro veces en el pecho y los hombros, cuando intentaba impedir que le atracaran. Tres horas después hacia las dos de la madrugada del domingo, la policía detuvo a Antonio Jiménez Borja, de 23 años, como presunto autor del homicidio.Antonio Jiménez, alias El Ca cahuete, fue detenido en el domicilio de su familia, situado en la calle de Cristo de la Victoria próxima al lugar donde se cometió el crimen. El presunto homicida había salido hacía poco tiempo de la prisión, donde ingresó en octubre de 1979 para cumplir condena de tres años de reclusión, a causa de un atraco a un taxista. La policía dió con su pista gracias a la descripción de un transeunte al que El Cacahuete esa misma noche, había intentado atracar sin éxito. Esta descripción coincide con la facilita da por algunos testigos presenciales de la muerte del taxista En el vehículo donde se produjo el crimen fueron halladas, según informó la Policía, una cruz y una cadena, pertenecientes a Jiménez Borja.El asesinato fue conocido muy pronto por los taxistas que trabajaban en la madrugada del domingo. A partir de la una de la madrugada, tras correrse la noticia, unos 300 taxis se concentraron en la Gran Vía, Puerta del Sol y plaza de Cibeles. Sus conductores dejaron aparcados los vehículos en mitad de la calle, lo que colapsó la circulación rodada en el centro de la ciudad. En las horas siguientes, el número de vehículos ascendió hasta unos 2.000, y la zona afectada se extendió hasta los puentes de Toledo y Praga.Hacia las 4.30 horas de ayer, fuerzas policiales impidieron el acceso al Palacio de la Moncloa de cientos de taxis, que, haciendo sonar sus bocinas, "para despertar a Felipe González", pretendían concentrarse frente a la sede de la presidencia.

En la mañana de ayer, unos 3.000 recorrieron en grupos diversos puntos de la ciudad deteniéndose periódicamente y provocando atascos. Hacia el mediodía, la mayoría se concentró en la Puerta del Sol y en la Calle Mayor, para apoyar la negociación que, en ese momento, mantenían representantes de la Federación Sindical de Trabajadores Autónomos del Taxi, la Asociación Gremial y la agrupación de UGT. conel gobernador civil de Madrid, el jefe superior de Policía y el concejal de Seguridad. Los taxistas exigieron en la entrevista la adopción de medidas especiales de seguridad 3, vigilancia.

Al término de la reunión, José María Rodríguez Colorado, gobernador civil de Madrid, anunció que, a partir de esta semana, se establecerán controles policiales de viajeros en puntos peligrosos y comenzarán a circular taxis conducidos por inspectores, de policía, en misiones de patrulla. Estos vehículos simularán ser taxis, y trasladarán clientes normalmente. La aprobación de un prototipo de taxi con cristall de seguridad y una luz intermitente de alarma en la parte trasera también serán estudiadas.

Hacia las 13.00 horas de ayer, los taxistas abandonaron sus acciones, satisfechos en principio con estas promesas.

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