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La CEE entrará en crisis si no logra un éxito en la 'cumbre' de Stuttgart, según Gaston Thorn

Andrés Ortega

Aunque, como parece, el Consejo europeo de jefes de Estado y de Gobierno que se abre mañana en Stuttgart, fijará la fecha de junio de 1984 como plazo para concluir las negociaciones del ingreso de España en la CEE, se respira ante esta cumbre un aire de fracaso en los medios comunitarios. Pues lo que está ahora en juego es la identidad de la Comunidad Europea. El tema de la financiación de la CEE está en el centro del debate. "No es una simple querella, no es sólo una cuestión presupuestaria, sino existencial", declaró ayer Gaston Thorn, presidente de la Comisión Europea, órgano ejecutivo y burocrático de la CEE. Para Thorn, esta es una cumbre "capital", pues "no hay alternativa. Si no se logra un éxito, la Comunidad entrará en una crisis grave".

Es difícil que en Stuttgart se vaya más allá de un calendario global. La última cumbre europea de marzo, en Bruselas, terminó deprisa y corriendo, con una recomendación: en Stuttgart deberían darse "las orientaciones políticas necesarias para el progreso de las negociaciones con España y Portugal, con vistas a su conclusión". Salvo que esta cumbre termine como el rosario de la aurora, Stuttgart debería pronunciarse por la fecha de junio de 1984. Esta fecha, incluso más precisa que la propuesta por Bonn de "mediados de 1984" puede venir en el comunicado final de la cumbre -si lo hay-, y, según fuentes comunitarias, en caso de que plantee problemas sería señalada por vía oral en la conferencia de prensa final que dará, como presidente de esta reunión, el canciller alemán Helmut Khol. Por otra parte, la CEE abrirá ya seriamente el próximo martes la negociación del capítulo de la pesca con España, en la sesión que se celebrará en Luxemburgo. La negociación con España ha entrado en una fase aparentemente dinámica. Pero depende de que la CEE se ponga en marcha.Aunque sería la primera vez que la CEE se pronunciaría por una fecha concreta, ésta es un objetivo, y como tal ha de ser considerada. El contexto no es muy alagador, dados los problemas que aquejan internamente a la Comunidad. "No cabe esperar más que orientaciones precisas a algunos temas, no soluciones detalladas a todos los problemas", comentó Thorn. La pelea que se plantea en Stuttgart es la del enfrentamiento entre Bonn y Londres, por una parte, y París por otra. La RFA y el Reino Unido quieren disminuir su déficit personal en el presupuesto comunitario y reducir los gastos agrícolas. Francia, por otra parte, indica que si no se aumenta este presupuesto y no se reforma el sistema de ayudas y protección a los productos agrícolas mediterráneos, no habrá ampliación de la CEE. En Stuttgart pueden romperse muchos platos.

Al borde de la bancarrota

"Los problemas a medio y largo plazo se han juntado con los a corto plazo", indicó Thorn, para añadir que "no acepto la supuesta contradicción entre el rigor en los presupuestos nacionales y el crecimiento del presupuesto comunitario". Éste representa un 2,5% de los presupuestos acumulados de los diez y un 1% del producto interior bruto de la Comunidad". La CEE está al borde de la bancarrota, "independientemente del ingreso de España y Portugal". De los tres días de debates en Stuttgart se puede esperar un calendario de trabajo que desembocará en la cumbre de Atenas en diciembre. Pero si el problema afecta a toda la Comunidad, la primera ministra Margaret Thatcher, con el respaldo de su victoria electoral, acudirá a Stuttgart obsesionada con un solo tema: la devolución que exige de parte de lo que el Reino Unido ha ingresado en las arcas comunitarias.

Para Thorn, es necesario poner fin a la política de los pasillos. Se habla ya de una nueva conferencia de Mesina, como la que llevó al Tratado de Roma. Pero los planes de los diez son algo diferentes. Detrás de la idea de convocar una conferencia intergubernamental, con los ministros de Asuntos Exteriores para salir de la crisis, está el sentimiento de que hay que dejar al margen a la Comisión. De hecho, la idea viene a sugerir el reducir la dimensión supranacional de la CEE, para volver a la Europa de los Estados. Se trata de renacionalizar la CEE, acudiendo para ello a políticas comunes financiadas al margen del presupuesto comunitario. Es reducir la CEE a una unión aduanera. "Existe el riesgo de elegir un camino demasiado nacional. No colaboraré", sentenció Thorn.

"No tenemos aún un Mercado Común", se quejó Thorn ante todas las trabas que existen a la libre circulación de bienes y capitales en la CEE, con el consiguiente desaprovechamiento de lo que puede ser una economía de escala. Este camino puede llevar, según Thom, a una Europa a "dos o tres velocidades", es decir, a una Comunidad de geometría variada. Desde la "ambigüedad fundamental" que pesa sobre el porvenir de Europa, Thorn quiere ir a una mayor integración, con políticas específicas en los ctimpos de la investigación, tecnología, bioquímica y telecomunicaciones".

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