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Dalí, todavía

Manuel Vicent

Aunque Salvador Dalí es un pintor mediocre y un pésimo dibujante, siempre ha dicho cosas muy graciosas. Una vez le preguntaron quién era el mejor escritor del mundo y él contestó: "El mejor escritor del mundo es Franco. Claro que nunca ha escrito nada". A renglón seguido recomendó al caudillo de España que continuara firmando sentencias de muerte porque eso le rejuvenecía mucho. Sucede que en el Ampurdán sopla muy fuerte la tramontana y cualquier huracán deja totalmente zumbado el cerebro. Dentro de ese viento loco, los payeses sueltan animaladas subconscientes. Dalí no ha hecho más que repetir en Nueva York o París frases geniales que había oído a sus paisanos en los bares de Figueras. Sólo por eso pasará a la historia.Este hombre se ha convertido en una prueba terrible para progresistas. Muchos le consideran un ser políticamente repugnante, un artista excelso a quien los dólares han corrompido. Creen que aquel joven aceitunado y surrealista de los años treinta era un revolucionario, un pintor increíble que marcó una época y se disolvió después en pura publicidad. Desde entonces la etiqueta no ha variado. ¿Qué opina usted de Dalí? La respuesta de los progresistas sobre este pájaro raro siempre es la misma. Se trata de un genio, aunque sea de derechas; tiene una mano maestra para el dibujo, pero es un reaccionario. Acaba de levantarse su gran exposición antológica del Museo de Arte Contemporáneo. Se ha visto rodeada de todo el boato oficial y en ella ha habido incluso altercados diplomáticos de bajura entre Madrid y Cataluña.

Cuando ha pasado ya la avalancha es el momento de recordar que Dalí es un pintor esencialmente académico, hortera hasta la cúspide de lo más decorativo, y, sobre todo, que no sabe dibujar. Dentro del panorama internacional del arte ha hecho algunas cosas que no están mal del todo, pero a mí no me cae bien por eso, sino por su talento provocativo para hacer literatura de gran calidad. Dalí es un tipo simpático. Ha ido por la vida soltando burradas graciosísimas y con él ha sucedido una cosa extraña: nadie ha tomado en serio su lengua, que es totalmente borde, y en cambio todo dios ha adorado su pintura, que es una horterada mediocre.

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Sobre la firma

Manuel Vicent
Escritor y periodista. Ganador, entre otros, de los premios de novela Alfaguara y Nadal. Como periodista empezó en el diario 'Madrid' y las revistas 'Hermano Lobo' y 'Triunfo'. Se incorporó a EL PAÍS como cronista parlamentario. Desde entonces ha publicado artículos, crónicas de viajes, reportajes y daguerrotipos de diferentes personalidades.

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