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La incierta suerte del sargento guineano Venancio Mikó

ENVIADO ESPECIAL¿Qué va a pasar con el sargento electricista Venancio Mikó? Ésta es la pregunta que todos se hacen a las pocas horas de que las autoridades españolas decidieran entregar a las ecuatoguineanas al suboficial, cuyo asilo en nuestra Embajada en Malabo durante dieciséis tensas jornadas puso las relaciones entre España y Guinea al borde del precipicio. Desde Duala, la ciudad camerunesa más proxima a Malabo, la niebla que a lo lejos envuelve la isla de Fernando Poo parece también envolver de espesura la respuesta a tan intrincado jeroglífico.

Para los guineanos consultados en Duala, algunos de los cuales abandonaron su país bajo la dictadura de Macías y desde entonces no han regresado, Mikó "salvará el pellejo" por haberse acogido a España, de quien aseguran que ha comprado la vida del sargento Venancio con la prórroga de su ayuda económica al régimen del coronel-presidente Teodoro Obiang.

Empero, estas fuentes dicen que la cuestión no se agota con el asunto de Mikó. Habría que averiguar si Teodoro Obiang se va a atrever a meter en cintura a todos los miembros de su clan que osaron públicamente discrepar de él y a conspirar para asesinarle. Extremo éste esgrimido por el ministro de Exteriores de Malabo, pero puesto en duda por algunos de los ecuatoguineanos consultados en Duala.

Primero, agregan, sería necesario saber si realmente hubo golpe o tan sólo se trató de un amago magnificado por alguien con el propósito de extraerle rentabilidad política. De acuerdo con las fuentes citadas, que por razones de proximidad prefieren mantenerse en el anonimato, alguien podría haber intentado a través del asunto Mikó perpetuar una ayuda económica sustanciosa que España estaba a apunto de retirar de Malabo, dada la pésima aplicación y la anómala distribución.

A continuación, añaden las fuentes mencionadas, habría que considerar si existe algún sujeto privado o estatal interesado en deteriorar más aún las relaciones entre Madrid y Malabo. Esta hipótesis, que en política internacional no puede descartarse casi nunca, bien puede aquí quedar a un lado. La eventual conexión francesa con los hechos sólo acarrearía a París más dificultades que beneficios. París, hoy no recela de la política exterior española.

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Más dificultades que beneficios

Muchos creen que resultaría compatible la vinculación de España a Guinea con la incorporación ecuatoguineana al área del franco, pues implicaría la racionalización económica de la ex colonia y no tendría por qué aparejar una pérdida de los profundos nexos que existen entre los pueblos de Guinea Ecuatorial y España.Los agoreros dicen que, si se produce la incorporación, el desenganche guineano de España es cosa de unos pocos años, pero, desde un punto de vista pragmático, la remoción económica de Guinea Ecuatorial a expensas exclusivamente de las espaldas españolas no dejaría de ser una de tantas quijotadas de nuestra añeja política exterior tan liada y poco espontánea siempre en todo cuanto hace referencia al único enclave de cultura española en el corazón de África.

Otros países podrían tener un interés remoto en dañar las relaciones hispano-guineanas, pero nunca tal interés, dicen aquí, en Duala, sería superior al engorro que implicaría apadrinar la puesta en marcha de un pequeñísimo país cuyo despegue económico ha resultado ser, sólo en su caricatura, verdaderamente caro.

Revuelta palaciega

Teniendo en cuenta que los hilos exteriores de la supuesta trama quedan muy en el aire, ¿qué es lo que queda detrás de todo este asunto? "Queda sencillamente una revuelta de palacio", nos dice un refugiado ecuatoguineano, "donde el hambre de todo el pueblo se ha juntado con las ganas de comer de cuatro pelagatos cuya corrupción les alejó del pastel que hasta hace unos meses se merendaban sólo ellos". Con esto parece referirse a Carmelo Owono, ex ministro de la Presidencia, que en abril del pasado año fue obligado a dimitir por el presidente Teodoro Obiang por abuso de poder contra un empresario español estafado por un amigo del ministro.Muy lineal parece esta explicación, pero, en honor a la verdad, nuestro interlocutor de Duala se ciñe a lo sustantivo de los hechos. Todo lo demás, entre las brumas de la selva virgen que rodea a esta bella ciudad camerunesa tan próxima a Malabo, parece una novela escrita en tonos oscuros, que huele un poco a chamusquina y tiene el legendario sabor endulzado de los frutos tropicales.

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