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Instrucciones de Exteriores para que no se repita el incidente de Brasilia

El ministro de Asuntos Exteriores, Fernando Morán, ha remitido un télex a todas las embajadas españolas y a los departamentos del palacio de Santa Cruz, sede de su departamento, en el que se dan instrucciones precisas para que cualquier documento que remitan explique con detalle de dónde procede, quién es su autor y para qué se ha preparado. De esta manera, según el director general de la OID, Fernando Schwartz, se pretende evitar la repetición del lamentable incidente del discurso del Rey en Brasilia, que contenía ocho párrafos prácticamente idénticos a un artículo publicado por Felipe González en el diario Le Monde.La historia de este incidente, que comienza con la elaboración por parte de Antonio Soler de los discursos que el Rey tiene que pronunciar en Brasil y Uruguay, y culmina con la dimisión de Carlos Miranda y Elio, director general de Política Exterior para Iberoamérica, tiene un desarrollo habitual, idéntico al que siempre se ha dado en el Ministerio de Asuntos Exteriores, independientemente de quien haya sido su titular, sólo que en esta ocasión se ha producido lo que Schwartz definió como "espantosa metedura de pata", ya que nadie leyó el artículo del presidente del Gobierno ni se dio cuenta de qué el del Rey, jefe del Estado, era prácticamente su refrito.

A finales de diciembre pasado, el diplomático Carlos Miranda solicitó documentación sobre los últimos acontecimientos políticos iberoamericanos, entre los papeles que le llegaron se encontraban dos folios mecanografiados, sin membrete, ni firma, ni título, que fueron utilizados tanto para el artículo del presidente del Gobierno como para el discurso del jefe del Estado.

Los 11 diplomáticos de la Dirección General de Iberoamérica, encargada de organizar el viaje de los Reyes, comenzaron a elaborar, a primeros de marzo, los 17 discursos de don Juan Carlos, ocho políticos, y nueve de cortesía -contestación de un brindis, salutación a la colonia española...-.Antonio Soler puso en marcha el mecanismo habitual para elaborar el primer borrador de los discursos reales: pidió documentación de debates parlamentarios y declaraciones del Gobierno, discursos anteriores del Rey, material de archivo de la propia dirección general y anotaciones de los embajadores de los dos países que iban a visitar los Reyes. Con todo ello escribe el primer borrador de los discursos, y pone especial énfasis en los dos folios mecanografiados, ya que Carlos Miranda había anotado al margen: "Contiene ideas muy interesantes para el discurso de Brasilia".

Aquí se encuentra, según fuentes de la OID, el primer error grave: no se puede emplear como documentación un papel que no se sabe de dónde viene ni quién lo ha escrito, porque lo mismo podría haber sido una intervención parlamentaria de Santiago Carrillo que un artículo publicado por Adolfo Suárez. El 9 de abril, Soler remite los primeros borradores a Carlos Miranda, quien a su vez los envía a dos funcionarios del gabinete del ministro. Fernando Morán, siguiendo los trámites habituales, manda los 17 discursos al palacio de la Moncloa, y dos informes al palacio de la Zarzuela, uno para don Juan Carlos y otro para doña Sofía, sobre la situación de los dos países que van a visitar. En la Moncloa se revisan los discursos y se remiten al Rey, antes de su reproducción definitiva.

El mismo día en que el borrador de los discursos fue enviado a la Moncloa, se publicó en la edición iberoamericana de Le Monde el artículo firmado por el presidente Felipe González. Nadie del entorno del presidente del Gobierno, ni él mismo, advirtió la coincidencia. En el palacio de Santa Cruz tampoco leyó nadie esta edición de Le Monde, o si la leyeron no se dieron cuenta. Así las cosas, el Rey leyó el discurso en Brasilia, el 17 de mayo, y nadie advirtió nada irregular. Fue en el último día de la estancia en Sao Paulo cuando un periodista brasileño alertó sobre lo ocurrido.

En una reunión de urgencia celebrada en Montevideo, en la habitación de Fernando Morán, Carlos Miranda, José Luis Dicenta y Fernando Schwartz llegaron al acuerdo de guardar silencio y esperar a ver si, en palabras del ministro, "esta bomba no estalla en la Prensa española". Minutos después, Morán se lo comunicó a Sabino Fernández Campos, secretario general de la Casa de Su Majestad, y al propio don Juan Carlos. Según comentaría el ministro a sus colaboradores más próximos, el general Fernández Campos se irritó profundamente, mientras que el Rey reaccionó "con la generosidad que le caracteriza, restándole importancia al incidente".

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A la mañana siguiente el corresponsal de EL PAÍS publicó las coincidencias y la Prensa se hizo eco de ello. De regreso a España, los dos funcionarios del gabinete del ministro de Asuntos Exteriores que revisaron el borrador enviado por Miranda ofrecieron su dimisión a Fernando Morán, quien la rechazó. Tras sendas entrevistas con el presidente González y el Rey, Morán encargó al subsecretario Gonzalo Puente abrir una investigación, finalizada el pasado viernes. Horas después, Morán aceptó la primera dimisión del Gabinete de Felipe González, la de Carlos Miranda y Elio, conde de Casamiranda, como director general de Política Exterior para Iberoamérica.

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