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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

Crítica de un militante

Le escribo como militante de base de la agrupación local del PSOE de Santiago, de la que formo parte desde hace varios meses. De un tiempo para acá, con preocupación, me parece haber notado en los artículos y editoriales de su periódico un alineamiento acrítico con el Gobierno socialista y con su partido (que en estos momentos no se sabe muy bien qué hace y para qué sirve).Si ya de por sí, a mi modo de ver, la crítica, rigurosa, permanente y sin contemplaciones, es necesaria en política (y en todo), en España, que acaba de, salir de 40 años de dictadura y con unos partidos de izquierda que tienden al burocratismo y autobombo, aún lo es más. En el poco tiempo que llevo en el PSOE he verificado que hay una auténtica aversión, un verdadero miedo a todo lo que sea una opinión crítica, que es mal recibida y pura y simplemente acallada. Aparte de que la vida política sea mínima, por no decir nula.

Los militantes en absoluto participan con sus decisiones, iniciativa y práctica en la elaboración y desarrollo de la política del partido; de ahí que su presencia y experiencias públicas en los conflictos, en los movimientos sociales, en La calle... sea prácticamente inexistente. Todo se decide por arriba, por unos pocos en petit comité, lo que, además, no es discutido y, llegado el caso, contrarreplicado por un va y viene entre las agrupaciones de base y los órganos de dirección.

Por otra parte, y por lo que he podido apreciar, en tomo al partido se mueven y acuden diversos agentes sociales como a un panal de rica miel para medrar y hacer carrera. Lo malo es que, en determinadas esferas del poder y del partido, estos carreristas, estos arrivistas, están llevándose el gato al agua. Está en juego, pues, que el PSOE pueda convertirse en un partido tecnocrático, monolítico, burocratizado, acrítico, en una maquinaria por y para el poder, o en un partido de izquierdas, vivo, profundamente democrático, abierto a las plurales y diversas, sensibilidades que luchan por el cambio y activamente combativo, por un socialismo autogestionario e integrador.

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EL PAIS era, y esperamos que lo siga siendo, uno de los pocos reductos desde los que se ejercía una crítica rigurosa, sensata y razonable. No querría, dejar de señalar algo en lo que usted ha insistido y que comparto plenamente: el problema para la izquierda, para el PSOE, no es sólo de hacer leyes, el contenido de las leyes, con ser ello importante. El problema, y para mí decisivo, es cómo se hacen y se aplican esas leyes, las formas, el continente... que delimitan un talante, unas disposiciones, una sensibilidad; en definitiva, la esencia, de una política abierta, transformadora, participativa, innovadora, audaz, o, por el contrario, de una política tecnocrática, elaborada en laboratorios y que se otorga a espectadores pasivos. /

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