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El futuro de los socialdemócratas británicos, pendiente del resultado de las elecciones

Soledad Gallego-Díaz

El porvenir del Partido Socialdemócrata (SDP), que nació espectacularmente en 1981, se juega en las elecciones generales del próximo día 9 de junio. El SDP acude a las urnas en alianza con el tradicional Partido Liberal y con el objetivo de conseguir suficientes diputados, entre los dos, como para forzar un gobierno de coalición, presumiblemente con los conservadores. Las encuestas de opinión son poco prometedoras (las más favorables predicen un 18% de votos para ambos partidos conjuntamente) y, más aún, algunas auguran la práctica desaparición de los socialdemócratas.

Las elecciones serán la prueba decisiva para saber si la sociedad británica, que ha mantenido durante siglos un sistema bipartidista, está dispuesta a romper ese esquema y a introducir en la vida política una tercera fuerza con posibilidades de gobernar. En teoría, el momento reúne todas las condiciones para atraer al electorado hacia una fuerza moderada: los laboristas defienden en esta campaña el programa más radical de su historia reciente, y los tories, el más conservador. Sin embargo, parece que los electores británicos, a la hora de la verdad, vuelven a sus viejas fidelidades.

Un 18% de votos no permitiría considerar a la alianza como el tercero en discordia, porque la traducción en escaños sería muy pequeña, dadas las especiales características del sistema electoral británico, que favorece enormemente el esquema bipartidista. En 1979, los liberales, en solitario, consiguieron 4,3 millones de votos (13,8%), pero sólo obtuvieron 11 escaños, frente a los 268 de los laboristas, con algo menos del triple de votos (11,5 millones) y la mayoría absoluta alcanzada por los conservadores (13,7 millones de votos).

La barrera del 20%

Si la alianza no consigue superar el día 9 de junio la barrera del 20%-25% de los votos, la responsabilidad será del Partido Social demócrata, porque los liberales han demostrado ya cuál es su techo (13-15%) y si han aceptado el acuerdo con el SDP no es, desde luego, para lograr tres o cuatro diputados más. El fracaso será del nuevo partido, que nació con resultados espectaculares (los candidatos socialdemócratas, conocidos popularmente como la banda de los cuatro, arrasaron en dos elecciones parciales y algunas encuestas llegaron a situarlos por encima de los partidos clásicos) para sufrir, a raíz de la guerra de las Malvinas, un derrumbamiento. Si la alianza no obtiene más que cinco puntos por encima de los resultados del Partido Liberal en 1979, el Partido Socialdemócrata puede encontrarse al borde de la desaparición y habrá dado al traste con todas las esperanzas de modificar el panorama político británico.Aunque teóricamente los socialdemócratas están en posición de arrancar votos a los dos grandes partidos, el desarrollo de la primera semana de campaña electoral parece indicar que Roy Jenkins, Shirley Williams y David Owen prefieren centrar sus ataques en el Partido Laborista, del que todos ellos fueron miembros

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