Afectados por una espuma aislante

El 2 de marzo su periódico dedicó una página a los problemas que nos ocasionó la inyección de espuma aislante de urea formaldehído, obligándonos -dado el alto grado de contaminación y sus efectos nocivos para la salud- a abandonar la casa y a realizar, por nuestra cuenta, el derribo de tabiques y la extracción de la espuma, siguiendo los consejos del informe que elaboró para nosotros una empresa de ingeniería del medio ambiente, sin que el fabricante e instalador del aislante se haya responsabilizado en ningún momento de los daños ocasionados.Si bien la repercusióri que ha tenido nuestro caso y otras muchas denuncias han conseguido que el Ministerio de Sanidad y Consumo -a través del programa de Luis del Olmo del 20 de abril- desaconseje a los consumidores el empleo de dicho aislante mientras no se lleve a cabo la investigación del producto, queda por solucionar el problema de los afectados.

Nosotros hemos salido adelante por nuestros propios medios, en espera del resultado de la acción judicial que interpusimos, pero ¿qué va a pasar con esas familias que se ven impotentes a la hora de afrontar tantos gastos y perjuicios?

Teniendo en cuenta que la medicina no puede, hoy por hoy, curar las afecciones que produce el formaldehído, y sólo mejora la salud del afectado cuando éste abandona el lugar contaminado, ¿de dónde sacarán los medios necesarios que les permitan encontrar otra vivienda y extraer la espuma de la pared?

Si la Administración no se responsabiliza de los daños ocasionados por un producto que se elabora y emplea sin control, a pesar de su peligrosidad, los ciudadanos afectados se verán forzados, ante la ineficacia de sus denuncias, a poner en venta viviendas insalubres. Y el que venga por detrás, que arree. /