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Entrevista:

Frederic Rossif afirma que los socialistas franceses carecen de voluntad creadora

Esta independencia vendría garantizada por sus miembros, que serían en mayoría no gubernamentales. Ese organismo, sobre el terreno, se le conoce por la alta autoridad y está integrada por nueve personas, de las que seis son nombradas por el presidente de la República y por el de la asamblea nacional, socialista igualmente.En dos años de ejercicio, la radio estatal no llega más que al 15% de escucha potencial. La televisión es acusada de pedagógica, "como si cada noche se nos cogiera de la mano para ir a la escuela". La información no es mejor ni peor que antes, pero la decepción resulta de las esperanzas despertadas. El escritor Arthur Conte, antiguo director general del audiovisual francés, estima que "en lo sucesivo, para informarse seriamente, habrá que escuchar la BBC, las radios suizas, las informaciones belgas o las radios alemanas". Conte es un opositor militante al poder socialista, pero lo cierto es que el fracaso de la televisión es un tema de reflexión nacional que la derecha explota a su manera y ante el que el poder socialista parece resignarse. ¿Las razones? Semanas atrás, un semanario de izquierdas enumeraba las más tangibles: bloqueo administrativo (sólo es operacional el 50% del personal que trabaja en el medio), la incursión en tromba del poder sindical, la crisis de mando consecuente y la presencia, en la sombra, del poder político. Sobre este último punto, un periodista de la televisión puntualiza: "Con los socialistas hoy, como con los gobiernos gaullista o giscardiano, no se puede decir que se nos imponga una censura. Pero esto no es necesario. Nuestra autocensura es suficiente. Cada cual es víctima del pasado reciente, esto es, de las sanciones o purgas con las que el poder, en cada momento, puede decidir sobre nuestra suerte".

En una conversación con EL PAIS, el director de cine (Morir en Madrid) y hombre de televisión Frederic Rossif opina sobre los problemas de la televisión y del monopolio estatal que, desde hace dos años tutelan los socialistas franceses.

Pregunta. ¿Cómo enjuicia usted los dos años de la televisión socialista?

Respuesta. El problema con los socialistas es que están llenos de buenas intenciones y de espíritu de educación, pero les falta voluntad creadora, debido esencialmente a la confusión ideológica. La voluntad creadora quiere decir que no se trate de programar con la llegada de los socialistas, se han reforzado dos lobbies: el del monopolio de Estado y el de los sindicatos. Los socialistas puede decirse que conservan el monopolio no por ideología, sino para conservar el privilegio que representa. El resultado, dos años después, es que la televisión es la noche de la noche de lo que debía de ser. Los socialistas nos quieren hacer comprender un mundo mejor que no pueden realizar y se olvidan de lo esencial: que existe un mundo, hoy, que tenemos que vivir. El infierno, como ya se sabes está empedrado de buenas intenciones. Resumiré diciendo que a la televisión actualmente lo que le falta es la animalidad del creador.

P. ¿Cómo traduciría usted sus ideas sobre el terreno?

R. Hay que romper el monopolio, con todos los riesgos que esto implica. La competición mejorará la televisión. Pero no hay que suprimir la televisión del Estado: éste es un falso debate provocado por el electoralismo. Mientras exista el monopolioprivilegio nada se moverá. Si los socialistas quieren inscribir su destino político en la historia de la televisión, deben crear la televisión privada. Como el cine, el teatro y las diversiones, la televisión es la nación y no el Estado. Y no porque sean privados son necesariamente vulgares. Una prueba: la única revolución estética y cultural de nuestros tiempos, es decir, el cine, la ha promovido el sector privado y no una ideología del Estado.

P. Uno de los problemas de fondo planteados por la llegada de los socialistas al poder de Estado, y al de la televisión en consecuencia, es el que relaciona el producto televisivo y los telespectadores. Los socialistas tienden a reemplazar lo popular por la pedagogía, aunque últimamente retoman emisiones y presentadores populares considerados como derechistas. ¿Cómo ve usted esta cuestión?

R. Le voy a rememorar un hecho para responderle. Hace años, cuando se construyó el Centro Nacional de Arte Georges Pompidou, la izquierda bramó furiosa: "Esto es la catástrofe".

Después, se ha comprobado que nunca jamás un centro cultural ha sido tan popular y tan visitado. Los socialistas se opusieron por razones electorales, porque estaban en la oposición, por su elitismo de izquierdas.

P. Para terminar, ¿cómo ve el tema concreto de la información en la televisión?

R. La cuestión de la televisión de Estado y la de la información van unidas: la televisión es la televisión del rey y no la de la nación. El problema no consiste sólo en informar mejor, sino en multiplicar las informaciones, lo que quiere decir que debería haber más telediarios.

P. ¿Cuál es el secreto de la información televisada?

R. Jugar a fondo la prioridad de la imagen.

P. ¿Y cómo definiría usted la auténtica libertad periodística en televisión?

R. La verdadera libertad informativa consistiría en ofrecer, en directo, la guerra entre Irak e Irán. No se trata, en el origen, de criticar el poder, sino de mostrar lo que hace. Todo lo demás es una aproximación a la información con un medium como intermediario.

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