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La 'batalla autonómica' en Euskadi y Cataluña causará cambios en la cúpula socialista

Las próximas elecciones autonómicas en el País Vasco y en Cataluña, consideradas como "de la máxima importancia" en medios gubernamentales, acaparan ya la atención en el cuartel general del PSOE, cuando apenas se han apagado los ecos de la reciente campaña. La batalla autonómica en las dos nacionalidades históricas forzará importantes cambios internos en el Partido Socialista, cuyos máximos dirigentes se plantean ya no sólo estas reestructuraciones, que podrían tener lugar a finales de este año o comienzos del próximo, sino las que deberán realizarse con motivo del congreso nacional del partido.

"En realidad, toda la campaña para las elecciones municipales en Euskadi es casi un adelanto de la campaña para las autonómicas", señalaba, hace pocos días, el socialista vasco Ricardo García Damborenea. Con ello, reconocía implícitamente la importancia que el PSOE concede a una confrontación electoral en la que, de alguna manera, una elevada votación para el partido que gobierna en Madrid tendría un significado inequívoco: que aumenta la conciencia españolista en Euskadi frente al Partido Nacionalista Vasco. Ello hace que, pese a que estas elecciones autonómicas no deban celebrarse hasta el próximo mes de marzo, el PSOE esté delineando ya una ofensiva para ganarlas. Máxime, tras los buenos resultados obtenidos el pasado 8 de mayo, tanto en el País Vasco como en Cataluña.El hombre que, durante la reciente campaña electoral, llevó el peso de la batalla frente a los nacionalistas, José María Txiki Benegas, parece destinado a constituirse en candidato socialista a lendakari, para enfrentarse al hombre del PNV, sea Carlos Garaikoetxea u otro, si el actual presidente del Gobierno vasco decidiese, como alguna vez se ha insinuado, retirarse. Esta presencia de Benegas en el frente autonómico frustraría los intentos de un sector del PSOE que quisiera verle como secretario general del partido a partir del próximo congreso nacional, que debe celebrarse en noviembre de 1984.

El pasado mes de diciembre, Benegas fue encargado de las relaciones internacionales de la ejecutiva del PSOE, cargo que, en realidad, nunca asumió (tan sólo realizó un viaje a Nicaragua), sino que continuó plenamente dedicado a sus tareas como secretario general del Partido Socialista de Euskadi. Por las mismas fechas, se realizó una importante remodelación de funciones en el interior de la ejecutiva socialista, a fin de no recargar de trabajo a quienes como Almunia, Maravall, Solana o los propios Alfonso Guerra y Felipe González, habían entrado en el Gobierno.

Guerra dejó de encargarse personalmente de la dirección de los preparativos electorales, en favor del secretario de Imagen, Guillermo Galeote, y González cedió parte de su representatividad exterior como secretario general del PSOE al presidente del partido, Ramón Rubial. Desde entonces, González ha dejado de asistir a varias de las reuniones que, cada viernes, celebra la comisión ejecutiva federal socialista, crecientemente absorbido por las tareas de gobierno.

El 'test' del congreso de UGT

Algunos observadores intuyeron entonces que la gradual redistribución de funciones en el interior del PSOE podría ir bastante más lejos. Hace tres semanas, el vicepresidente del Gobierno y vicesecretario general del partido, Alfonso Guerra, pronosticaba públicamente importantes cambios en la estructura interna del PSOE para después del XXX Congreso. Ello evidencia que el número dos socialista se ocupa ya de la orientación que tendrían tales cambios, y no falta en el cuartel general de la calle Ferraz quien piense en la posibilidad de que Alfonso Guerra contemple el asumir personalmente la secretaría general del Partido Socialista, o el colocar a personas de su entera confianza al frente de las tareas de organización del partido.

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Se sabe que una de las obsesiones del vicepresidente consiste en asegurar una adecuada relación Gobierno-partido, problema aún no resuelto por ninguna formación socialista en el poder en Europa. Las tesis que tratarían de colocar a Benegas en la secretaría general del PSOE (probablemente, al margen de la voluntad del propio interesado, quien reconoce que su actividad en el País Vasco sigue siendo esencial) se dirigirían, precisamente, a tratar de frenar un crecimiento aún mayor de influencia y poder del número dos en el aparato del partido.

Sea como fuere, la reestructuración prevista en la cúpula del PSOE para el congreso del año próximo será profunda, y el equilibrio actualmente establecido en la calle de Ferraz -Guillermo Galeote, en el área de Imagen y electoral; Carmen García Bloise, en Organización; Manuel Chaves, como enlace con UGT y el propio Benegas- podría quedar modificado.

En este sentido, un primer indicio de lo que pueda ocurrir en la futura remodelación de funciones en el PSOE vendrá dado por el próximo congreso de UGT, a celebrar en junio, donde las posiciones moderadas de Chaves, actual secretario de Información en el sindicato socialista, se enfrentarán a las radicales, minoritarias, sustentadas por hombres como Justo Fernández. Presumiblemente, cualquier desplazamiento en el interior del sindicato afectará, más pronto o más tarde, al partido. Por otro lado, los dirigentes socialistas tratarían de evitar que se repitiese la presencia de ministros en la ejecutiva federal, pese a que haya miembros del Gobierno, como Javier Solana, considerados "muy importantes" en la estructura del partido.

Pese a las declaraciones efectuadas el domingo por Felipe González, dando a entender, que se descarta una remodelación del Gobierno a corto plazo, la mayor parte de los observadores consideran "casi inevitable" que tal remodelación se produzca a finales de este año o comienzos del próximo. La muy probable presencia de Narcis Serra, actual ministro de Defensa, en la lucha electoral autonómica catalana frente a Jordi Pujol, facilitaría algunos cambios en el Gabinete (tanto Narcis Serra como el titular de Sanidad, Ernest Lluch, hicieron activa campaña en Cataluña en las pasadas elecciones). Aunque se juzga que el nivel de desgaste de algún ministro es ya bastante elevado, se trataría de aplazar tales cambios hasta entonces.

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