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Miguel Ángel Díez y José Luis García alcanzaron la cumbre del Naranjo en la noche del domingo

Antonio Guerrero

Los montañeros murcianos Miguel Ángel Díez Vives y José Luis García Gallego, consiguieron alcanzar la cumbre del Naranjo de Bulnes el pasado domingo a las 22.30 horas. Aceleraron sus planes a causa de la llegada de una nueva tormenta que podría haberles causado problemas ante la escasez de alimentos y su precario estado físico, después de 69 días colgados de la pared. Hoy regresarán a la montaña para recuperar el material que dejaron abandonado y después bajarán a Arenas de Cabrales donde les espera un gran recibimiento por parte de sus familiares, amigos y vecinos del pueblo.

Con ésta nueva vía de la cara oeste, son ya 31 las abiertas en el Naranjo de Bulnes. Nada más llegar a la cumbre, según dijo José Luis, se pusieron a gritar "casi irracionalmente" y se abrazaron. Después se sintieron extraños, pues desde hace 69 días no pisaban suelo horizontal. Comenzó a nevar y se metieron en los sacos de dormir para esperar a la cordada de apoyo. Llegó cuatro horas después y les encontró adormilados. "Nos dieron 40.000 pastillas y luego nos ayudaron a bajar". Más tarde fueron hasta el refugio de Urriello. Llegaron a las cinco de la madrugada. Intentaron dormir pero no pudieron, "nos sentíamos muy raros sin la hamaca", bromeó Miguel Angel.Esta llegada tan rápida a la cumbre la decidieron el mismo domingo, cuando al regresar a la hamaca les comunicaron desde el refugio que la borrasca que se esperaba llegaría esa misma noche, antes de lo previsto. Optaron entonces por arrojar bastante material hasta la base de la montaña, para ir más ligeros, y abandonaron la hamaca en Rocasolano.

El lunes lo dedicaron a descansar y hablar por radioteléfono con sus familiares, llegados hasta Arenas de Cabrales con un autocar fletado en Murcia. El estado de ánimo de los escaladores es muy bueno e incluso estuvieron bromeando con Miguel Ángel García Gallego, el murciano, sobre el hecho de que hoy tendrán que regresar a la pared a recuperar el material abandonado. Para ello contarán con el apoyo de un grupo de seis montañeros, que han venido desde Murcia, entre los que se encuentran Javier García Gallego y Daniel Jesús Díez Vives, hermanos de los protagonistas de esta aventura. No saben el tiempo que les ocupará esta operación. Los últimos largos están preparados para subir rápidamente desde Rocasolano a la cima, pero las condiciones climatológicas son muy malas. Además, tienen la ropa empapada y antes de salir deberán secarla totalmente.

Una vez recuperado el material, regresarán todos juntos al pueblo de Bulnes, donde tienen previsto dormir, y el miércoles llegarán a Arenas de Cabrales. Allí serán objeto de un gran recibimiento. Entre otras cosas, Isabelina, la pastora-poeta, les ha compuesto un bonito verso de bienvenida y las zagalas se están preparando para bailar el corri-corri en su honor, eso sí, con los trajes típicos. Incluso se ha llegado a oír que algunas señoras del pueblo les estaban preparando unas coronas de laurel.

Además de todos estos actos de bienvenida, les entregarán varios trofeos cedidos por la entidad local Menor, el ayuntamiento de Cabrales, y una escultura en bronce del Naranjo de Bulnes realizada por Ballester. Igualmente la consejería de Cultura y Educación de la comunidad autónoma de Murcia le hará entrega de una placa a Ignacio Torre, el radioaficionado de Llanes que tanto ha colaborado en esta empresa.

Los padres de los montañeros agradecieron a los radioaficionados el apoyo dado a sus hijos, pues les han mantenido en contacto directo "y nos ha dado un gran sosiego". Miguel García, padre de José Luis, confesaba ayer que no ha podido hablar con ellos ninguno de los días que estuvieron en la pared ya que se le hacía un nudo en la garganta cada vez que lo intentaba "nunca terminaré por acostumbrarme", sin embargo ha brindado públicamente por los escaladores con una bota de vino de Jumilla.

Su esposa, María Ángeles Gallego, dice que lo peor para ella es saber que su hijo ya está en el refugio y no puede subir a verle porque el acceso es difícil. Está muy orgullosa de lo que ha hecho José Luis, "lo primero que haré será darle un abrazo muy fuerte".

A Trinidad Vives, madre de Miguel Ángel, le gusta que sea montañero "porque eso es lo que le gusta a mi hijo", pero reconoce que sufre mucho. La procesión, según dice, va por dentro "ahora me ve usted muy entera, pero en cuanto me relaje me desmoronaré. He llorado mucho, pero nadie me ha visto". Su marido, Salvador Díez, no termina de comprender este deporte, pero dice que lo acepta porque para su hijo es muy importante "quizá nos preocupamos demasiado".

Los cuatro coinciden en que los peores momentos pasados fueron cuando sus hijos tuvieron que soportar las largas tormentas y cuando se intoxicaron por los alimentos en mal estado. Todos coinciden en agradecer al pueblo de Arenas de Cabrales su comportamiento, según dicen "son los que han tenido más contacto con ellos".

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