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Estrellita

Rosa Montero

Ay, Estrellita, puñado de encajes temblorosos, la peineta ligeramente escorada y el caracol, tan fiel, sobre la frente. Estrellita aferrada al micro, abrazada a las flores del triunfo, pisando de nuevo un escenario, como antes.Se han llevado a Estrellita Castro a actuar en un mitin de AP, Verstrynge de lobezno y ella de reina, hermanados los dos en lo huesudo, tan distintos en la naturaleza de sus huesos. Por eso, cuando Estrellita subió a las tablas mitineras, aseguró conocer y respetar mucho al candidato apista, pero se apresuró a precisar que con Tierno le sucede lo propio, mismamente. Es la batalla privada de Estrellita, y en la guerra de la supervivencia cabe todo. No se me vaya a enfadar el señor alcalde, no vaya a granjearme un enemigo.

Representa Estrellita a esa tercera España, ni de derechas ni de izquierdas, sino de estricto miedo. Miedo al poder y al poderoso, miedo por no saber. Con Franco se fomentó este susto, esta fragilidad del ciudadano. No destacar, no molestar, no definirse. La ignorancia como valor, salvoconducto de integración, destino eterno. Lo peor del franquismo no fue la fascistización de la vida, sino la creación de una sociedad de mediocres, de un país de sombras, sin enjundia, la conciencia deshuesada, la voluntad anémica. Franco fue un pionero de la Historia: gestó la primera generación de auténticos pasotas. Quizá sea ésta la verdadera esencia del fascismo. Estrellita fue folklórica oficial, dócil pinturera rizo en rostro. Encarnaba a una mujer racial de cartón piedra, inexistente, y sin embargo empiezo a comprender ahora que, en su tipismo, respondía a la realidad de este país. No en la mantilla, no en la boquita de piñón, no en el caracolillo petrificado al agua, sino en su indefensión e inexperiencia. Ahora, mientras el ambiente hierve de fiebre electoral y los partidos entrecruzan sus mensajes, Estrellita sigue igual, aún con el diminutivo aniñando su vejez, aún virginal en la política, pegándose pestañas postizas que abanicaron pasadas juventudes, hincándose esa peineta que escora, zozobra y se resbala. Sigue disfrazada de sí misma, cada dia más menuda, camino del olvido. Con Estrellita desaparecerá un mundo de silencios, Estrellita caracol tierna y medrosa.

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