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Entrevista:

Es necesario que España y Francia olviden la 'leyenda negra' y se comprendan mejor, asegura Pierre Guidoni

Con las manos aún manchadas de tinta fresca, la de las cartas credenciales presentadas al rey Juan Carlos en palacio el viernes 28, el embajador de Francia, Pierre Guidoni, impaciente por desembarazarse del uniforme diplomático y recobrar el aire de la calle después de su trayecto en carroza con palafreneros y alabarderos incluidos, aceptó conversar con EL PAIS en Toledo bajo las galerías de Fuensalida.

Es un político de cuerpo entero, que en junio cederá a su suplente el acta de diputado a la Asamblea Nacional francesa, para la que fue elegido por Narbonne, capital del departamento de Aude. Pierre Guidoni, nacido hace 42 años en Montpellier, es licenciado en Derecho y miembro del Comité Ejecutivo del Partido Socialista francés (PSF).Pertenece al grupo del CERES, algo desplazado del poder tras el último reajuste ministerial, que ha favorecido a los rocardianos. Bajo el seudónimo de Jacques Mandrin, junto con otros dos socialistas, George Sarre y Monchane, Pierre Guidoni acaba de publicar un libro, Le socialisme et la France, editado por Le Sycomore, que abre el debate en vísperas del congreso que el partido debe celebrar en otoño próximo, mientras Mitterrand guarda silencio.

Pierre Guidoni es miembro honorario del PSOE. Conoce a Felipe González y Alfonso Guerra desde hace 12 años, con ocasión del congreso socialista de Toulouse, el precedente a Suresnes, donde fue elegido Isidoro como primer secretario tras el eclipse de Rodolfo Llopis. Está convencido del enorme déficit de información que debe cubrirse para llegar al entendimiento hispano-francés que busca.

El embajador comenta el tiempo que dedica a la confección de agendas para los encuentros ministeriales hispano-franceses que continuamente se conciertan en Madrid y en París. Todo apunta a una visita de Mauroy dentro de este mes y se aceleran los preparativos de una cumbre, continuación de la celebrada en La Celle Saint-Cloud, que tendrá lugar en junio en La Granja. La participación del embajador Guidoni en el seminario sobré "Las alternativas de la defensa de Europa", donde Francia ha dejado oír su voz en las ponencias de los generales Gallois y Bret, y en la del profesor Smith, propicia el diálogo sobre la peculiaridad de la política de París en este dominio y el momento de reflexión española.

Pierre Guidoni señala que ha leído con atención las últimas declaraciones del ministro Morán acerca del sí a la OTAN bajo nuevas condiciones, o el no a la OTAN con determinados acuerdos bilaterales. El caso francés tiene, a su entender, dos especificidades que impiden su adopción como modelo por España. En primer lugar, la existencia de la force de frappe nuclear y además el hecho de que sobre suelo francés no haya bases ni instalaciones cedidas en uso a los, ejércitos de país extranjero alguno. El embajador piensa que la OTAN debería comprender las diferentes experiencias históricas que se dan en Europa y flexibilizar sus estructuras para que países como España o Grecia pudieran encontrar un lugar a medida de sus necesidades.

En línea de actualidad surge la situación de Guinea Ecuatorial, su adhesión a la zona franco y, finalmente, la posibilidad de que sea engarzada como una perla más de la comunidad francesa de naciones. El embajador asegura que nada se hará sin España. Expone la idea de una propuesta multilateral con participación de los países fronterizos -Gabón y Camerún-, España y Francia. En todo caso, se muestra radical en el propósito de que Malabo no puede ser el origen de un nuevo contencioso.

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Surge después el comentario sobre la iniciativa francesa de una conferencia del Mediterráneo, anunciada por Mitterand en Rabat y acogida con visible recelo en Madrid y Argel. Pierre Guidoni matiza su alcance al Mediterráneo occidental y señala que su convocatoria ha quedado inicialmente aplazada al próximo otoño.

Pregunta. ¿Podría hacer algún comentario sobre la polémica parisiense que despertó su nombramiento como jefe de la misión diplomática francesa en Madrid y describir cómo ha sido su entrada en la atmósfera de la capital española?

Respuesta. Me resulta algo difícil acordarme de los dos o tres artículos de prensa que en Francia habían hablado del eterno problema -tan viejo como la diplomacia misma- del embajador político o de diplomático de carrera. Cuando se está en este puesto se es el embajador de Francia y nada más.

P. ¿Cómo separar en el desempeño de su misión diplomática las afinidades socialistas, las proximiidades amistosas al presidente del Gobierno, Felipe González, y los requerimientos de la razón de Estado?R. Siempre me sorprendió ver cómo algunos oponían afinidades socialistas a intereses de Estado. Yo no sería hoy lo que soy, ni hubiera asumido las responsabilidades que he asumido, por ejemplo, en la Asamblea Nacional francesa, si no tuviera la convicción de que el socialismo es hoy día la más alta expresión del interés nacional, en su sentido más amplio, al mismo tiempo que el medio para sobrepasar los egoísmos nacionales. Creo que nuestros amigos españoles comparten este sentimiento. Y es lo que me parece entender cuando escucho hablar al presidente Felipe González. Cada uno desempefía hoy su propio cargo. Queda el recuerdo de los tiempos dificiles, de las luchas comunes, de las esperanzas comunes: todo lo que funde los lazos indestructible! que va creando la experiencia entre los que han trabajado juntos para el mismo ideal. Y la amistad, de la que no conviene hablar ahora.

P. ¿Cuáles son las perspectivas de una reconciliación hispanofrancesa, sellada históricamente como la franco-alemana?

R. No veo comparación posible entre las dos situaciones. Entre Francia y Alemania había, además de las rivalidades históricas seculares, dos guerras mundiales, millones de muertos, países destrozados, la inmensa lucha de la democracia contra el naz sino, los soldados, alemanes en París, los soldados franceses en Bertchesgaden. Y nos tendimos la mano, nos reconciliamos con la voluntad de olvidar el pasado.

Entre Francia y España no existe nada semejante. Ninguna tragedia histórica. Y este ejemplo pone justamente de relieve hasta qué punto los malentendidos de estos últimos años son de segundo orden y podrían fácilmente desaparecer con un poco de buena voluntad recíproca. Núcleo de la más antigua Europa, España y Francia tienen todos los motivos para entenderse, para encontrarse, para actuar juntas. Entre los. dos pueblos existe una profunda y sólida amistad. Es preciso, por ambos lados, olvidar la leyenda negra, escucharse mutuamente para comprenderse mejor. Hay que medir todo lo que podemos hacer juntos. Es lo que estamos haciendo desde La Celle Saint-Cloud.

'Un grave error'

P. ¿Cómo entender la retórica de bienvenida a la democracia española al mismo tiempo que persiste el bloqueo a la integración en la Comunidad Europea (CEE) y que se escatima la colaboración antiterrorista?R. En lo que concierne a la CEE, hemos cometido un grave error típicamente francés: hemos dicho la verdad, nosotros solos y demasiado pronto. La prensa española hablaba de "entrar en Europa" como se habla de entrar en la ONU. Se vota, se tiene un es caño y se acabó. Pero la CEE es otra cosa. Francia ha dicho muy pronto cuáles eran los verdaderos problemas que se iban a presentar, las verdaderas dificultades, y cuáles eran las condiciones necesarias para que Europa saliera reforzada con la ampliación. Ahora que se discute seriamente, que se trabaja verdaderamente, desde hace algunos meses, sobre los informes aparecen tres evidencias: a) para algunos, la ampliación consistía en su primir las barreras aduaneras y permitir que jugara la ley de competencia. Abrir España a los productos industriales de Europa del norte y dejar a la agricultura española sin protección ni garantía. De esta inariera la ampliación es fácil, pero, ¿es aceptable? b) La verda dera cuestión es la agricultura mediterránea. ¿Es concebible que el vino, el aceite de oliva, las frutas y hortalizas no estén protegidos y garantizados cuando la leche, la carne o los cereales sí lo están? ¿Por qué un agricultor de Murcia, del Languedoc, de Sicilia, de Creta tendría peor trato que el agricultor de Baviera, de Dinamarca o de Normandía? Tendrán los mismos deberes, deben tener los mismos derechos. c) Todo esto va a costar caro. ¿Quién va a pagar, cuándo, cuánto y cómo? Esto es toda la negociación. Francia ha dicho que estaba dispuesta a pagar su parte, a aumentar su contribución a los recursos propios, a sobrepasar el techo del 1% del IVA. ¿Qué piensan de esto los que hasta ahora se limitaban a decir que querían mucho a España y que iban a "facilitar su adhesión"?

Francia tiene una voluntad muy clara de ayudar, en la medida de lo posible, y con todas sus fuerzas, a la democracia española para que acabe con la plaga del terrorismo.

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