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Reportaje:

Guinea Ecuatorial, un país que se empobrece día a día

La ex colonia española ha pasado a ocupar el último lugar de la clasificación mundial.

La tasa de alfabetización de los 340.000 habitantes ha bajado también para situarse en sólo un 16% de la población. Guinea Ecuatorial era por otra parte, a finales de los años sesenta, el primer país exportador per cápita del continente africano y ahora se coloca en la cola.Aunque la precariedad de la economía ecuatoguineana incita a manejar las estadísticas con gran precaución, las exportaciones de la ex colonia española tienden a disminuir y las importaciones siguen una evolución paralela a causa del bajón de los ingresos de divisas y de la congelación de la concesión de créditos internacionales al régimen de Malabo desde hace ahora año y medio.

En consecuencia, el comercio ecuatoguineano se encuentra ahora completamente desabastecido en un país en el que prácticamente no se fabrica nada, al tiempo que los precios de los pocos productos importados se han disparado porque el ekuele, la moneda local, se deprecia constantemente en el mercado negro con relación a la peseta.

Cotizado oficialmente, tras su devaluación, a dos bipkwele (plural de ekuele) por una peseta, la moneda española se cotizaba en 1979 en el mercado negro a tres b¡pkwele, y tres años después el cambio extraoficial alcanza ahora los 10 bipkwele por una peseta.

El golpe de Estado de agosto de 1979 suscitó, especialmente en España, simpatías y ayudas para la ex colonia española, a la que le fueron facilitados varios créditos y una importante ayuda material.

La deuda externa, que hace tres años y medio se elevaba a tan sólo 28 millones de dólares (3.808 millones de pesetas), asciende ahora a 140 millones (19.040 millones de pesetas). De esta deuda, la tercera parte aproximadamente corresponde a España; otro tercio, al Fondo Monetario Internacional (FMI), y el resto, a diversos países socialistas, entre los que destacan China, Corea del Norte, la URSS y Cuba.

Déficit comercial

La reducción de sus ingresos de divisas no va a permitir a Malabo devolver su deuda en los plazos previstos, por lo que debería renegociarse en breve en el llamado club de París, al menos que España sea el único país que desee recuperar sus préstamos en los plazos previstos, en cuyo caso podría Madrid negociar bilateralmente con Malabo sin acudir a París.

Paralelamente, las exportaciones de la antigua colonia disminuyen, según las propias estadísticas oficiales proporcionadas por las autoridades ecuatoguineanas, situándose en 1982 en tan sólo 14 millones de dólares (1.904 millones de pesetas), dos millones menos de dólares que el año anterior.

Pero, según Malabo, las importaciones han experimentado un tal descenso a lo largo del año pasado -8,5 millones de dólares (1.156 millones de pesetas)- que la balanza comercial registró por primera vez desde el golpe un superávit de 5,5 millones de dólares (748 millones de pesetas).

Estas cifras ecuatoguineanas son puestas en tela de juicio tanto por el FMI como por la Administración española. Los cálculos del primero arrojan un déficit de la balanza de 24 millones de dólares (3.264 millones de pesetas), mientras la Administración española lo sitúa en tan sólo 1,1 millones de dólares (149 millones de pesetas).

Algunos expertos sospechan que las autoridades de Malabo han manipulado deliberadamente las cifras de su balanza comercial de 1982 con la intención de hacer creer que su eventual absorción por la zona franco resultaría menos costosa de lo inicialmente previsto.

Por sectores, las exportaciones de cacao, principal producto de exportación, disminuyeron nuevamente el año pasado, alcanzando tan sólo las 7.500 toneladas (700 menos que en 1981). En 1967, último año de la colonización española, la producción de cacao se situó en 38.000 toneladas.

El café, segunda fuente de ingresos divisas después del cacao, ha dejado, en 1982, de exportarse, por lo menos legalmente. En 1981 se vendieron aún fuera del país 445 toneladas. Hace 16 años la producción cafetera era de 9.000 toneladas. En realidad, cerca de medio millar de toneladas de café son exportadas de contrabando a Gabón y Camerún a través de una frontera permeable. Su venta proporciona a los ecuatoguineanos divisas que se abstienen de declarar y guardan celosamente para poder comprar en los países francófonos los productos inexistentes en el mercado de Guinea Ecuatorial.

La acumulación de divisas, concretamente de francos de la Communauté Francophone d'Afrique, permite a los ecuatoguineanos del continente prevenir la constante devaluación del ekuele, sometido a una brutal inflación.

La evolución en dólares de la producción de madera, el tercer gran producto de exportación, es también decreciente: 3 millones de dólares (408 millones de pesetas) en 1981 y menos de la mitad en 1982, 1,43 millones de dólares (194 millones de pesetas).

Fuerte inflación

A falta de estadísticas globales sobre la evolución de los precios al consumo, el aumento del coste de algunos productos permite hacerse una idea del índice real de inflación. Entre 1979 y 1982 los precios de numerosas mercancías se han multiplicado como mínimo por dos, y más generalmente por tres y hasta a veces por cinco, como en el caso de los plátanos, producto local de consumo corriente cuyo precio ha pasado en tres años de 5 a 25 bipkwele.

Unos pantalones de caballero cuestan ahora 9.000 bipkwele; una camisa de manga corta, 7.000;

unas sandalias, 1.600; un lapicero, 50; un bote de leche condensada, 1.200; una cerveza, 2.500, etcétera.

Estos precios cobran todo su sentido cuando se les compara con los salarios, que, a pesar de haberse triplicado en los tres últimos años, han perdido poder adquisitivo. Los ingresos de un cosechador -el 80% de la población trabaja en el campo- han pasado en tan sólo tres años de 2.500 a 7.500 bipkwele, mientras el sueldo de un empleado del sector terciario se sitúa en 8.500, y el de un funcionario medio, en unos 17.000.

De ahí que la corrupción y el contrabando con los países fronterizos sirvan a una buena parte de los ecuatoguineanos para poder sacarse un sobresueldo con el que pueden alimentar a sus familias, que, por si fuera poco, suelen ser numerosas y se componen frecuentemente de unas 15 personas. La población de la isla de Bioko está más deabastecida aún que la de la región continerital de Río Muni al no poder dedicarse al contrabando.

Nadie, sin embargo, corre el riesgo en Guinea Ecuatorial de morirse de hambre porque numerosas frutas tropicales, desde la papaya hasta el coco y la banana, crecen de forma salvaje, y basta para alimentarse con recogerlas de los árboles.

Demasiados créditos

El llamado clan de Mongomo, al que pertenecía el ejecutado presidente Macías Nguema y que sigue monopolizando el 85% de los cargos de cierta relevancia, ha encontrado otro sistema para mantener e incluso incrementar su poder adquisitivo: multiplicar los créditos a sus partidarios, generalmente de la misma tribu fang.

Los créditos bancarios, generalmente improductivos, al sector privado se han multiplicado por seis en los tres últimos años, alcanzado ahora los 13.316 millones de b¡pkwele, de los que el 83% corresponden al Banco Central de Guinea Ecuatorial.

Además del enorme aumento de la masa crediticia, la financiación del déficit presupuestario mediante la impresión de moneda contribuye también a potenciar la inflación. En 1982 los ingresos del Estado fueron de 2.979 millones de bipkwele, y sus gastos, de 3.878 millones.

Jugosos beneficios

El consejero financiero francés para África, que estuvo recientemente en Malabo efectuando un informe sobre el coste del eventual ingreso de Guinea Ecuatorial en la zona franco, afirmó a EL PAIS que las empresas españolas que operan en aquel país eran las menos interesadas en facilitar la inserción ecuatoguineana en una zona que utiliza una moneda convertible.

Jean Paul Cluzel sostuvo que las sociedades españolas como Suguisa, que en España se denomina Roig, adquirían cacao o café en bipkwele y a un precio un 40% inferior al del mercado mundial a las cámaras de comercio locales, que a su vez lo habían comprado a los campesinos, y vendían ¡legalmente los productos agrícolas en Camerún o Gabón a cambio de divisas, haciendo así un negocio boyante.

Una fuente de la Administración española que prefirió no ser identificada refutó tales acusaciones y explicó que las empresas españolas no eran autorizadas por Malabo a efectuar la transferencia a pesetas de los productos importados de España que vendían en bipkwele en el mercado local.

Para obtener dinero convertible las empresas españolas utilizaban sus bipkwele, producto de la venta de las mercancías importadas, para comprar productos agrícolas que comercializaban fuera de Guinea Ecuatorial, consiguiendo así divisas que les permitían seguir importando a aquel país productos made in Spain.

En las conversaciones de principios de semana en Madrid los representantes ecuatoguineanos comunicaron oficialmente a sus interlocutores la intención de su Gobierno de ingresar en la llamada zona franco, a lo que la delegación española amenazó con reconsiderar la ayuda de España en caso de que Malabo se adhiriese a los organismos de la zona francófona de África en la que Francia ejerce una gran influencia, según fuentes allegadas a los negociadores.

Nuevas conversaciones

Antes de que la integración de Guinea Ecuatorial en la zona franco sea efectiva se celebrarán nuevas conversaciones hispano-guineanas en las que el Gobierno español propondrá, casi con certeza, respaldar la moneda ecuatoguineana, el ekuele, a cambio de la renuncia por Malabo a su petición de ingreso en la esfera de influencia francesa.

Con Francia o con España, la recuperación de la economía ecuatoguineana sigue siendo, a pesar de la regresión de estos últimos años, plausible siempre y cuando Malabo adopte, o se deje imponer si entra en la zona franco, una política económica un poco coherente.

Bastaría, por ejemplo, según señala el informe de una entidad bancaria española, con que Malabo autorizase el regreso a Guinea Ecuatorial de parte de la mano de obra inmigrada nigeriana cosechadora de cacao, que Macías expulsó, para que las exportaciones de este producto agrícola se multiplicasen por 4,5 y alcanzasen así un nivel cercano al de 1968. El excedente de la balanza comercial sería entonces de unos 50 millones de dólares anuales (680 millones de pesetas), que debidamente utilizados permitirían el despegue en cuatro o cinco años de la ex colonia española.

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