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El Gobierno español rechazó un contrato militar con África del Sur por valor de 40.800 millones

El Gobierno socialista español ha rechazado una importante oferta de la República de Africa del Sur para revisar y suministrar piezas de recambio a varias unidades de su Marina de Guerra, según declararon a este periódico fuentes allegadas a la diplomacia española. La aceptación por España de este primer contrato tenía muchas probabilidades de ser acompañada, en una segunda etapa, por el encargo a los astilleros españoles de la construcción de submarinos para el Gobierno de Pretoria.

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A principios de año, la Empresa Nacional Bazán, astilleros militares españoles, recibió la oferta, hecha a través de una conocida empresa exportadora española, de un contrato por valor de 300 millones de dólares (40.800 millones de pesetas) para la reparación en su factoría de Cartagena de los tres únicos submarinos que posee la marina de guerra surafricana. Los tres buques sumergibles surafricanos Maria van Riebeeck, Emily Hobhouse y Johanna van der Merwe, son del modelo francés Daphné.Bazán pidió inmediatemente autorización a la Dirección de Construcciones Militares de la Marina, dependiente del Ministerio de Defensa, el cual, a su vez, remitió el caso al Ministerio de Asuntos Exteriores. El Palacio de Santa Cruz decidió en la segunda mitad de enero, con el respaldo de la Presidencia del Gobierno, desestimar la propuesta surafricana. A renglón seguido, el titular de Exteriores, Fernando Morán, envió una carta al presidente de Bazán, Félix Alonso, prohibiendo a su empresa concluir el contrato.

Las intenciones surafricanas eran, a largo plazo, acabar encargando a los astilleros de Cartagena la construcción de varios submarinos del tipo Daphné y, también, del modelo Agosta, cuyos precios ascienden a 122 millones y 150 millones de dólares, respectivamente (16.600 millones de pesetas y 20.500 millones de pesetas), señalan fuentes de la dirección de Bazán.

Los responsables surafricanos actuaron en este asunto con gran prudencia, solicitando primero a Bazán, a través de la empresa exportadora, piezas no sensibles que podían perfectamente servir para su marina mercante y, al considerar positivo el resultado de su sondeo, se atrevieron a concretar su ofrecimiento, precisaron las mismas fuentes.

Consultado por EL PAÍS el embajador surafricano en Madrid, Christoffer Caesar Prins, contestó, a través del agregado de Prensa de la Embajada, William Cook, que "ignoraba todo acerca de este asunto".

Otro contrato con Irán

Más recientemente, el Ministerio de Asuntos Exteriores ha impedido a Bazán vender a Irán remolcadores y buques de guerra de segunda mano, por un monto no precisado, al estar el país cliente en guerra con Irak desde septiembre de 1980. El Palacio de Santa Cruz sí ha dado, en cambio, su luz verde a la empresa nacional para iniciar conversaciones, prácticamente ya ultimadas, con la marina de Tailandia para construir en territorio tailandés dos o tres submarinos del tipo Daphné.El submarino Daphné, de concepción francesa, sólo ha sido fabricado y exportado por Francia, mientras en España Bazán construyó cuatro unidades bajo licencia francesa (Debrin, Tonina, Marsopa y Narval), botadas entre 1972 y 1974 y que equipan desde entonces la marina de guerra española. La empresa nacional de construcciones navales militares estuvo a punto de exportar submarinos a Libia pero, en el último momento, la negociación fracasó.

Como todos los submarinos, los Daphné necesitan cada cuatro años una revisión a fondo cuyo coste, muy superior al de los barcos de superficie, alcanza fácilmente la cuarta parte del precio de venta del buque sumergible, al ser el desgaste de su casco mucho mayor. La realización de esta tarea requiere un largo período de inmovilización que Bazán, en su factoría de Cartagena, ha conseguido reducir, mediante unas técnicas originales, a tan sólo ocho meses.

Entre el duodécimo y decimocuarto año de vida de los Daphné, no sólo el casco del submarino debe ser renovado como en cada revisión, sino que precisa una modernización en profundidad cuyo coste puede muy bien suponer la mitad de su precio de venta. Los tres submarinos surafricanos del modelo Daphné, comprados a Francia entre 1968 y 1969 -antes de que se decretase el embargo-, y botados un año después, tienen ahora entre 13 y 14 años de vida. La vida operativa de un submarino apenas rebasa las dos décadas.

La revisión solicitada por la marina surafricana, cuyos detalles no llegaron a ser discutidos con Bazán, era por tanto de gran envergadura e incluía importantes reparaciones así como la venta e ínstalación de costosas piezas de recambio, tareas que sólo podían ser realizadas en España o Francia, país al que ahora probablemente se dirigirá el Gobierno de Pretoria. Para llevar a cabo algunos de los arreglos solicitados, Bazán hubiese necesitado una autorización de la casa madre francesa, Dubigeon-Normandie y Nantes Chatenay, que le concedió la licencia y que no suele poner pegas a la hora de permitir a los astilleros nacionales españoles contratar con terceros países.

Solución para Bazán

Además de la cantidad cobrada por estos encargos, la revisión de cada submarino hubiese supuesto para los 3.500 obreros de la factoría cartagenera cerca de 800.000 horas de trabajo y hubiese sacado a flote las finanzas de Bazán, cuyo ejercicio contable de 1982 acusará, cuando se haga público, un déficit de unos 1.500 millones de pesetas, la mitad de sus pérdidas de 1981."Pero el escrupuloso respeto de las decisiones de la ONU y el deseo de no incurrir en la contradicción de defender por un lado el respeto de los derechos humanos y cooperar, por otra parte, con los países que los violan, incitó al Gobierno español a negarse a poner en práctica el contrato", declaró una alta fuente de la Administración, que prefirió permanecer en el anonimato.

El déficit de la balanza comercial española con Africa del Sur se multiplicó por 4,9 durante el año pasado en relación a 1981, pasando de 1.523 millones de pesetas a 7.502. Durante los once primeros meses de 1982, las exportaciones surafricanas a España ascendieron a 17.039 millones de pesetas mientras las exportaciones a aquel país de productos made in Spain sólo alcanzaron los 9.537 millones de pesetas.

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