El interesante Schumann de las 'Escenas del Fausto'
La Orquesta y el Coro Nacional de España programaban por vez primera en su ciclo sinfónico las Escenas del Fausto de Goethe, de Robert Schumann. La obra es muchas cosas a la vez: presenta el problema de la puesta en música de una obra literaria transcendental, es dubitativa en cuanto a la forma musical a adoptar, irregular en calidades, no homogénea de estilo, complicadísima de montar y no precisamente agradecida de cara a la respuesta del gran público. Es también una obra de gran complejidad, rica en sugerencias poético-musicales y con momentos de enorme belleza. ¿Podría resumirse todo esto en un concepto? Quizá sí, diciendo que el Fausto de Schumann es, ante todo y sobre todo, una obra interesante, incluso añadiríamos que, por su cúmulo de sutilezas y la nobleza de sus pretensiones, es bastante más interesante que muchas otras que habría que aceptar como mejores o más logradas.Su programación es, en consecuencia, un acierto que hay que aplaudir y agradecer. También es justo señalar que este programa, como el español de hace unas se manas, muestra mejor que ningún argumento la voluntad de trabaja en titular por parte de López Cobos, quien, por lo demás, hizo una versión muy ordenada y de impecable musicalidad, aunque no se consiguiera del todo lo que, de haberse logrado, hubiéramos tenido que calificar de milagroso, a saber, que una partitura de esta enverga dura, montada por primera vez nos hubiera llegado con caracteres de interpretación madura.
Escenas del Fausto de Goethe (Schumann)
Edith Mathis, soprano; Phillip Langridge, tenor; Philippe Huttenlocher, barítono; Alan Evans, bajo. Coro y Orquesta Nacionales de España. Director: Jesús López Cobos. Teatro Real, 8 de abril.
La soprano Edith Mathis fue lo más sobresaliente del reparto vocal: cantó con la facilidad que da un oficio muy depurado, derrochando expresividad y belleza cantable en todas sus intervenciones. El barítono Philippe Huttenlocher posee una voz algo corta de volumen, pero, en todo caso, su línea interpretativa resulta convincente: logró los momentos más hermosos en la secuencia de la transfiguración. En papel más breve, pero tan exigente, el tenor Phillip Langridge estuvo impecable, seguro y con hacer de excelente cantante. El bajo Alan Evans, con voz tremolante y, en consecuencia, de afinación imprevista, no rayó a la misma altura.
La ONE redondeó una buena actuación, con un Rafael Ramos inspirado en el solo de violonchelo y la buena preparación del coro.
Babelia
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