Los liberales
Uno le debe haber dedicado ya más columnas a los liberales que a Isabel Tenaille, un suponer, cuando ella era aún más joven que hoy y yo todavía no era completamente viejo. (Maestro Haro-Tecglen me dice que soy del 27, cosa que ya previera Andrés Amorós, lo cual que ambos andan encaminados más en el halago que en la verdad, claro.) Teníamos los liberales / Garrigues, los liberales / Schwartz los "liberales falangistas" -revista Escorial-, y ahora tenemos, al fin, yes, sí, se veía venir, los liberales / Camuñas (exija Ignacio, no confundir con adulteraciones). Lo peor que le puede pasar a un partido, tendencia, familia política o cosa es que Ignacio Camuñas decida sumarse o hacer algo paralelo. Y no por nada, que mi querido Nacho la Nuit es muy competente sino porque siempre llega como un poco después del reparto de premios, y satura. Lo dice Fernando Delgado en el infame y letárgico Galdós que Hormigón ha estrenado en el María Guerrero:-Qué tendrá que ver la libertad con ser liberal.
A estas alturas de la comedia, Antonio Garrigues Walker, que se sienta, siempre, justo detrás de mí, en el María Guerrero, según el corte de taquilla (parecemos, en cada estreno, La clase muerta de Kantor), a estas alturas, digo, de la comedia y la madrugada, Antonio ya se había ido a dormir, no sé si por no escuchar lo de los liberales o porque no le dijeran lo que le dicen siempre, cuando aparece Tierno en su palco:
-Mira, Antonio, el otro alcalde.
El liberalismo puede ser hoy una osatura moral -Laín, Rosales, un suponer-, pero dificilmente una postura política, si no se apellida con algo.
Liberalismo monetarista, liberalismo cristiano, liberalismo liberal. Lo que pasa, hombre, es que el adjetivo bien puesto, en política como en Vicente Aleixandre, mata la cosa que metaforiza, la hiere para convertirla en otra cosa. El liberalismo apellidado, o sea, se desvirtúa.
Abro la agenda de trabajo para mirar los compromisos el día, y está reventona de cheques liberales de las empresas periodísticas y los editores liberales, cheques librados contra la Banca liberal, nuestro Wall Street de la calle Alcalá.
Vivimos el liberalismo monetarista de Friedman, para qué engañarse. Y concéntrico a ese monetarismo, dicen que hay un psocialismo, por lo que tengo oído, y eso que no estoy mucho al loro.
Habría que saber si el círculo psocialista concéntrico es exterior o interior al círculo monetarista. Quién presiona sobre quién, o sea. Lara / Seix Barral publica El regreso de Eva Perón, de Naipaul. El peronismo fue un populismo / potijadismo. Los banqueros de Perón, como los de Carlos V, estudiados por Carande, no iban de liberales. Aguirre Gonzalo, Escámez y Botín, sí; Gracias a Dios. Churriguera, decíamos, a más de la portalada del Hospicio / Hemeroteca Municipal (o sea, el hospicio de los periódicos), hizo unos cuantos portales madrileños. Churriguera mismo fue un liberal de la arquitectura, contra el ordenancismo neoclásico y el XVIII. (Voltaire dice que Descartes, partiendo de la duda metódica, se lanza en seguida a hacer afirmaciones sobre esto y lo otro, sobre todo, en su estilo aservativo.) Javier Solana me presenta a Jean Gattegno, director general de la Lectura, en Francia. Espero que este director no dirija las lecturas de cada francés. Aquí, los liberalfranquistas nos las han dirigido muchos años.
Paloma Segrelles me invita a comer con Tierno. Tierno, a su vez, y si le deja la negrona Flor, habla de "Ciudad y materialismo histórico". El liberalismo financista de casi dos siglos no ha hecho ciudades libres. El liberalismo, como el cristianismo, va siendo verdad interior más que arma política. El liberalismo político (Galdós nos lo decía anoche) poco tiene que ver con la libertad. Camuñas, como digo, llega a pedir la vez cuando ya no hay vez.
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