Larvas para el acuario
El cultivo de alimento vivo para peces puede prepararse en casa siguiendo unas minuciosas y curiosas instrucciones
Cada vez es más sencillo conseguir alimento vivo para nuestros peces de acuario. Normalmente lo venden en las tiendas especializadas, y nuestro proveedor nos reservará la cantidad adecuada a nuestras necesidades. Pero hay ocasiones en que lograrlo se pone difícil, por ejemplo si vivimos en el campo y no sabemos qué hay que hacer. El alimento seco es bueno, pero, conviene complementarlo.Voy a explicar algunas soluciones fáciles para estos casos. Empezaremos con las Drosophilas. Son esas mosquitas pequeñas que vemos cuando olvidamos a la intemperie algún trozo de fruta. Son oscuras y fácilmente reproducibles. De ahí su interés para el aficionado a los acuarios. Hemos de proceder así: En un frasco de boca ancha se ponen 150 gramos de plátanos muy maduros y machacados; se añaden 125 gramos de manzana rallada; 75 gramos de tostadas o galletas en pedacitos; una cucharada pequeña de levadura, la misma que se utiliza en panadería, y un poquito de cualquier substancia fungicida. Con todo esto se hace una mezcla lo más homogénea posible y se pone en porciones, en frascos apenas cubiertos con un poco de serrín de madera. Antes de olvidarme, advertiré que los tapones han de sustituirse por mallas muy finas sujetas a la boca de los tarros con gomas. Un recorte de media puede servir perfectamente para el caso.
Se cortan unas rodajas de limón y se ponen en platitos, al aire, durante algunas horas. Seguramente, cuando acudamos nuevamente a observarlos podremos ver sobre ellos algunas de las moscas cuyo cultivo intentamos. Se capturan y se distribuyen en los tarros preparados con la mezcla que explicamos en el párrafo anterior. Suelen bastar cuatro o cinco pequeñas moscas por cada frasco.
Se dejan pasar algunos días y, al cabo de ese tiempo, podremos advertir que las larvas cubren casi completamente el cultivo.
Al hacerse mayores -eso sucede en pocos días- subirán por las paredes, y entonces es sencillo atraparlas y ofrecerlas a los peces, que las comerán con fruición. No conviene olvidar (o aprender, en el caso de los muy poco experimentados en acuarofilia) que el alimento seco dado a los peces en exceso y por ello no consumido, queda depositado en el suelo del acuario hasta su putrefacción, lo que estropea el agua o enferma a los animales que puedan consumirlo cuando ya comenzó el proceso de descomposición. Con el alimento vivo, el problema es otro: si se pone más del que los peces son capaces de consumir, el oxígeno que necesitan lo toman lógicamente del agua, y privan de él a los habitantes del acuario, cuyo cuidado estamos procurando.
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