Un colegio libre
Dadas mis características de sociólogo, ecologista, eventual y migratorio, que trabajo sobre el terreno para analizar de manera concreta la realidad concreta, he habitado en numerosos lugares, por lo que mis hijas, Natalia y Sandra, de quince y doce años, respectivamente, han pasado por nueve colegios, incluidos uno en Francia y otro en Berkeley (EE UU); públicos, privados, religiosos, laicos, de pueblos y ciudades.. De toda la experiencia anterior puedo concluir que Siglo XXI es un colegio bastante feliz. Es p9co frecuente que algo que se llama cooperativa sea una auténtica cooperativa autogestionada, en la que los padres que quieren trabajar ayudan, los profesores trabajan durísimo con poco sueldo, y los alumnos aprenden lo que quieren. Es, pues, un lugar sano en lo que cabe, y ello les permite, a los alumnos, ir creciendo algo libres, rebeldes y críticos hasta unos límites que padres y profesores, evidentemente, ponen, si no no sería una escuela. /
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