El gesto claro de José María Cervera

Tras la última actuación del joven maestro valenciano José María Cervera he de reiterar anteriores opiniones vertidas en estas columnas: estamos ante un músico con maneras de director nato, de gesto claro, eficaz para los músicos y con don gráfico para el público; ante un director que cuida el sonido y es capaz de moldearlo sobre la marcha del concierto; ante un intérprete muy mediterráneo, que tiende a la claridad y huye de las sonoridades espesas, dotando a sus versiones de una fibra cantable que pone de manifiesto, muy positivamente, su hábito operístico. En suma, Cervera es una de nuestras batutas más interesantes y, desde luego, de las que más cabe esperar.Sus versiones de Weber y Mendelssohn -perfectibles, cómo no- evidenciaron la seriedad y el buen gusto de sus planteamientos musicales y abundaron en detalles exquisitos de sonoridad y efusividad lírica.

Enrique Pérez de Guzmán, artista muy vinculado en su carrera al ambiente musical británico, ha tenido el acierto de traer una partitura de Britten que era novedad en los atriles de la ONE. Se trata de una de las composiciones importantes que suscitó el pianista Paul Wittgenstein tras perder el brazo derecho en la guerra de 1914. Benjamin Britten, como Strauss, Prokofiev y Ravel, escribió una obra pianística concertante para la mano izquierda, con destino a aquel pianista. Su aportación consistió en las Diversions op. 21, obra dilatada en la que Britten desarrolla originalmente la idea de variación y expone un virtuosístico abanico de timbres orquestales, con abundancia de solos, que envuelve la escritura pianística integrándola en un todo homogéneo.

Pérez de Guzmán tocó su parte con pleno dominio técnico y mostrando la admirable madurez que ha alcanzado en este momento. Consecuentemente con la importancia ya señalada de la parte orquestal, el maestro valenciano José María Cervera destacó a distintos solistas para que el éxito grande fuera compartido por todos.