La ley de Autonomía Universitaria
La participación en la gestión universitaria es objetivo deseable y necesario, siempre que dicha participación ayude a las funciones que la Universidad tiene que cumplir: crear ciencia y cultura, impartir los saberes y preparar para el ejercicio profesional. Pero nos preguntamos por el valor y, sobre todo, por la eficacia de ciertas medidas, como lo es la del control por parte de los alumnos del trabajo de los profesores o el campo que se les atribuye en su participación en la gestión de los departamentos o en las comisiones encargadas de formular planes de estudio, etc., dado que la preparación y la experiencia que dichas tareas exigen, rebasan, con mucho, las posibilidades de los estudiantes, elemento fundamental, pero el más pasajero y el más sujeto a la manipulación política.Hay que añadir el hecho de que en algunas universidades están ya casi ultimados los anteproyectos de estatutos -en los que en algún caso no han participado todos los decanos de las facultades-, donde aparecen medidas que acentúan aún más que decretos y órdenes ministeriales las limitaciones y el control de los cuerpos docentes, hasta extremos que lesionan el campo de libertad necesario para crear ciencia y cultura e incluso para realizar la misma vocación docente. Por ello nos tememos que todo esto colabore, como también algunos de los capítulos de los denominados "libro blando del profesorado", a la demagogia, no a la mejora de la Universidad.
No deberíamos repetir los fallos que en otros tiempos, el siglo XVIII, tenían postrada a la Uníversidad por los auténticos grupos de presión que en su seno se dieron y en los que jugó papel funidamental el estudiantado, y por concebirla sólo como el lugar desde donde se consigue poder político y se accede al puesto profesional.
Junto a aspectos necesitados de atención urgente, para mejorar la tan repetida, pero poco entendida "calidad de la enseñanza", ¿no se advierten otros que por su trasnochada demagogia son claramente inoportunos? Quizá hoy, por experiencias cercanas, profesores y, alumnos universitarios saben muy, bien que calidad no es demagogia.
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