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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Operación rescate en Francia

MITTERRAND NO olvidará fácilmente las elecciones municipales del 6-13 de marzo. Ha tenido un castigo severo y una redención limitada. Ha recuperado ministros que se ahogaban ciudades y pueblos que se perdían, concejales desesperados. El resultado global (que el escrutinio oficial definitivo podrá modificar muy escasamente) puede establecer una ligera ventaja a nivel nacional para la derecha, lo que supone un serio aviso para el actual presidente. Dicho de otra forma, la proporción 52%-48% anterior, favorable a Mitterrand, invierte ahora sus términos.Emergen además algunos datos importantes. Uno de ellos es el ascenso de Chirac en París y de su partido (el más a la derecha de la coalición de derechas), que le sitúa muy el viejo pleito con el, centrismo de y por encuna en Giscard d'Estaing. Chirac negaba, en la madrugada electoral, que sus resultados favorables fueran otra cosa que un triunfo de la oposición; pero de puertas para adentro, en la coalición centro-derecha, sabrá explotar bien el triunfo. Va a ser difícil que nadie le dispute la cabeza de la oposición y que nadie se oponga a que sea el candidato a la presidencia de la República en 1988,- salvo incidentes, y a reservas de lo que ocurra en las legislativas de 1985.

Otro dato es el de que las pérdidas mayores en alcaldías y concejalías las sufre el partido comunista. Sin embargo, las alcaldías comunistas, mantenidas algunas durante muchos -años, han sido siempre un modelo de buena administración y de organización, lo cual permite entender que los comunistas pierden por razones políticas -desprestigio del partido, colaboracionismo con el poder socialista, situación internacional contradictoria- más que por razones locales; y que quizá hay un miedo a la nueva descentralización, que daría mayores poderes políticos a esos alcaldes.

Francia se configura en estos momentos en una polarización doble: de un lado, el partido socialista, cuya colaboración con el partido comunista no representa más que un sumando y una decisión de antiguos votantes del posibilismo; del otro, una derecha abrupta y combativa, una especie defraguismo, para establecer la mera y fácil comparación. Probablemente si en vez de unas elecciones municipales, que no tienen la capacidad de cambiar el Gobierno, hubiesen sido unas presidenciales o unas legislativas los resultados hubiesen sido muy parecidos a las de 1981, aunque con un cambio de factor emocional: en lugar de votar una ilusión, la izquierda francesa habría votado ahora un mal menor.

Lo sucedido no nublará la vista de Mitterrand, caracterizado a lo largo de una biografía difícil y cambiante por su realismo, y su lucidez más que por el ideal y el ensueño. Tampoco le debe engañar el respiro del lunes por la mañana, incluyendo en él una firmeza de la Bolsa y una revaluación del maltrecho franco, que ha mejorado frente al desafío del marco alemán, e incluso frente al dólar (pero que difícilmente escapará a la devaluación). Ya a serle, más difícil. desprenderse del primer ministro Mauroy, recuperado, como el del interior, Gaston Defferre; pero no tiene más remedio que proceder amodificaciones en su Gobierno si quiere salir con alguna brillantez de la prueba. París ya se llena de rumores sobre los nombres de los posibles nuevos ministros, incluido el del jefe del gabinete. La operación rescate empieza verdaderamente ahora.

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