Una larga historia
El problema de la protección intima de la mujer ha sido abordado de diferente manera a lo largo de la historia de la humanidad. En base a los vestigios históricos conocidos, se observa que el prisma bajo el que se observaba el tema situación ha variado de una época a otra, coincidiendo con la situación sociorreligiosa del momento. Los primeros indicios de que se dispone, que datan de hace 3.000 años, son una serie de pinturas rupestres que representan las danzas de la fertilidad. En ellas se puede adivinar cómo la mujer cubría ya su sexo con faldellinés de fibrá.En Egipto, durante la época de la dinastía XII, se efectuaron tratamientos para proteger -a la mujer de los inconvenientes de la menstruación. A pesar de que los médicos egipcios no conocían el mecanismo de la misma ni la función de los ovarios, recomendaban el uso de un papiro enrollado, que introducían en la vagina a modo de tampón. Mientras tanto, los sumerios dieron una gran importancia al acto de la menstruación.
Así, incluían este período entre los días nefastos de la hemerología, que era una especie de calendario, y tenían dispuesto que en el curso del mismo la mujer debía vestir un paño que anudaba a sus muslos y al que denominaban venda de sangre. Durante estos días era considerada como impura, por lo que no podía amasar pan, y el hombre que se le acercaba durante esas fechas tenía prohibido por edicto visitar al rey o hacer ofrendas a los dioses.
En Israel, según el Levítico, cuando una mujer tiene su menstruación, quedará impura, por ese hecho, durante siete días". Sin embargo, no paraban ahí las prohibiciones, ya que la mujer impura tenía que cambiar de casa, abandonar el contacto masculino y ofrecer sacrificios en el templo para recobrar su pureza. De la Edad Media no existen prácticamente documentos debido al oscurantismo de la época.
Con la llegada del Renacimiento, retorna también la higiene y se aconseja a las damas lavarse cada dos o tres días, enteramente, con agua caliente, admitiendo que, aunque algunas de sus partes no estén destinadas a ser vistas, pueden engendrar malos olores, lo cual es vergonzoso, según un manual de educación de jóvenes de la época.
El siglo XIX supuso un paso atrás en lo que a naturalidad se refiere. El tema del sexo, en todas sus manifestaciones, incluso las fisiológicas, se convirtió en tabú. Actualmente, con la incorporación de la mujer a una actividad social más desarrollada, se ha producido también la necesidad de encontrar nuevas fórmulas para evitar la interrupción de sus funciones durante unos determinados días del mes. Así han surgido las compresas y tampones y últimamente los absorventes íntimos.
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