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El Banco Atlántico, un comodín para el crecimiento del 'holding'

El Banco Atlántico, el mayor de todos los controlados por José María Ruiz-Mateos, entró en la órbita de Rumasa en los primeros meses de 1976, con la adquisición del 8% del capital detentado hasta entonces por el Continental. En el verano de ese mismo año, y después de realizar algunas consultas informales cerca de la Administración y del Banco de España, los principales accionistas del Banco Atlántico, vinculados también a Bankunión, decidieron vender una parte del paquete por ellos controlado, y Rumasa pasó a tener el 27% del capital de la entidad.Un año después, en 1977, esos mismos accionistas catalanes se deshicieron del resto de las acciones y de esta forma Ruiz-Mateos alcanzó la posesión del 52% del total. En años posteriores, y en operaciones mucho más pequeñas, se llegó al actual nivel del 55% del capital. En los primeros años, el Banco Atlántico, mimado por José María Ruiz-Mateos y por las prevenciones de algunos de los miembros del consejo de Administración y de la dirección ejecutiva del banco, fue dejado al margen de las operaciones vinculadas al grupo.

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El Atlántico era considerado la perla y el trampolín del cual sirvirse para operaciones mayores. Era la fórmula para entrar en el club de los siete grandes y durante los últimos años se ha tratado de utilizar en este sentido. Una vez que Ruiz-Mateos consiguió la mayoría del capital del Atlántico inició negociaciones con prácticamente todos los grandes para tratar de cambiar acciones del Atlántico por acciones de los otros.

La jugada es digna de Ruiz-Mateos, porque le supondría llegar a tener un paquete significativo de cualquiera de los grandes bancos y, por tanto, no sólo introducirse en el club restringido de los mismos, sino continuar el modelo de crecimiento elegido con una base mucho mayor. Para hacerse una idea, basta comparar la cifra de recursos ajenos de los bancos de Rumasa con la de cualquiera de los siete. Hasta hace dos años, al menos cuatro bancos -Central, Banesto, Bilbao y Vizcaya- estudiaron con mayor o menor profundidad, según los casos, la proposición de Ruiz-Mateos. Para los bancos grandes significaba dar un gran salto en el ranking de pasivo con la absorción del Atlántico, al tiempo que se podía producir un importante descenso en la autocartera que tienen de sus propias acciones. La operación fue desechada porque sería darle un poder muy importante a José María Ruiz-Mateos en el control de cualquiera de ellos. En los dos últimos años, las nuevas sugerencias para una operación similar no fueron considerada por los responsables de los grandes bancos.

Cerrada esta posibilidad, Ruiz-Mateos reconsideró su estrategia e intentó su desembarco en el Atlántico, hasta entonces segregado del grupo y sin participación en la financiación de las empresas del holding. dado que el consejo de administración del Atlántico y la dirección del mismo mostraron su oposición, Ruiz-Mateos no ejerció la presión que le daba su posición de principal accionista.

En 1981, la crisis entre Ruiz-Mateos y el banco es patente y se producen intentos de descabezar a los máximos responsables, pero no obtiene el apoyo del consejo de administración. La auditoría del banco del ejercicio de 1981 la realiza Arthur Andersen y se entrega en septiembre de 1982. El informe presentado es limpio, siempre y cuando se haga efectivo el proceder a garantizar, mediante hipoteca, los riesgos que el banco Atlántico tiene contraídos con las empresas de Rumasa. Prácticamente al tiempo que se entrega la auditoría se realizan estas hipotecas. Las empresas hoteleras de Rumasa procedieron a hipotecar algunos de sus inmuebles con lo que se cubrió la salvedad realizada por los auditores.

En ese momento surgió de nuevo la tensión entre los responsables del Atlántico y Ruiz-Mateos. Este último quería que el banco entrara en la rueda de la financiación a las empresas y aquéllos defendían el mantenimiento de la independencia. Cuando Price Waterhouse, otra sociedad auditora, inició la realización del estudio del ejercicio de 1982, a petición de Rumasa, el consejo de administración y la dirección del Banco Atlántico ponen en conocimiento de las autoridades monetarias que seguirán en sus cargos hasta que esta segunda auditoría esté finalizada, pero que una vez que esto ocurra presentarán su dimisión.

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