La noticia o el león de espaldas
Me he preguntado a veces si el león hambriento que decide ignorar a don Quijote, no pelear con él, darle la espalda, sería noticia hoy en los periódicos. Probablemente, no. Y, sin embargo, el héroe manchego cambia su insignia de Caballero de la triste figura por la de Caballero de los leones, así, en plural, por no desairar la presencia enjaulada, c embanastada, pasiva por necesidad, de la hembra, y por jactarse un poco, claro. Y, sin embargo, Sancho, el Caballero del verde gabán y el carretero se han puesto a la distancia que requiere el miedo y el espectáculo. Va a haber hazaña y, por tanto, noticia.Pero no ocurre nada. ¿No ocurre nada? Dejando aparte acepciones que no vienen a cuento, ocurrir es, según nos dicen, "acaecer, acontecer alguna cosa". Lo que acaece, nada menos, es, que un león hambriento, bravo y grande ("no han pasado mayores ni tan grandes de Africa a España jamás") se muestra generoso, comedido,, con gran flema y remanso, no ejerce sus prerrogativas feroces, naturalísimas, de león, y decide, casi con simpatía, sumar quilates a la leyenda de¡ Caballero. Deja que don Quijote sea, si quiere, león, o leones.
No hay posibilidad de violencia, ni víctimas ni sangre. Entre las maestrías cervantinas se cuenta la de las aventuras sin sangre. Esas en las que, según criterio casi unánime hoy, "no pasa nada". La sangre es muy escandalosa, puede llevarnos al hospital o a la muerte en nada de tiempo.
Pero la vida también, día tras día, nos lleva, con mayor aventura, a los mismos sitios. Los ingleses necesitan tomar té el resto del día, y la gente -incluidos los ingleses- necesita su asesinato diario para vivir su día en paz. El paladar de las sociedades llamadas avanzadas también avanza, pero al revés: de la gaseosa -casi mítica ya, de cuento de hadas- llega, escalando drogas, el paladar de vampiro.
A fuerza de técnica, la noticia se ha convertido, como casi todo, en producto gregario de mercado mundial. Los periódicos, en cierto modo, se hacen solos.
Un gran diario escoge su línea, se incorpora a ella y estampa su personalidad en comentarios, temas y editoriales. Y, además, en el balance de lo que incluye en sus páginas, que, en general, me parece poco- equilibrado, porque se persigue, como escribía Galdós en Nazarín, "el incendio, la bronca, el suicidio, el crimen cómico o trágico, el hundimiento de un edificio y cuantos sucesos afectan al orden público y a la justicia en tiempos comunes, o a la higiene en días de epidemias". Relación de preferencias que se queda hoy muy corta.
La novedad o lo criminal
El tema es arduo. Si, por definición, la noticia es novedad, quizá la flora y fauna de `violencia y sexo haya proliferado tanto que sus contrarios sean la novedad más digna de tener en cuenta: el león de espaldas. ¿Merece publicidad un criminal por serlo? No creo.El primer fratricida no debió ser Caín; antes de él habría muchos. Lo que, ingenuamente, debió impresionar de aquel crimen -más que Abel muerto fue el linaje del asesino, el mal ejemplo arriba, el escándalo. Prefiero otras noticias: la expulsión del Paraíso, el arca de Noé, entonces; o, en nuestros días, que un río truchero pierde sus truchas; que el Chrysanthemum parthenium quita la jaqueca; que ahora se hacen muelles de cemento; que, en la segunda guerra mundial, la BBC prohibió Sur le Pont d'Avignon porque era la señal para la Resistencia francesa de la invasión aliada; o que se va a salvar a los millones de pobres que ni pueden comprarse un cuchillo para herir ni les permite el hambre recordar el sexo.
La violencia en sí es muy compleja. Sin olvidar la histórica -fanatismos, guerras-, hay violencias más o menos pasivas, desde la ley, el poder y la riqueza, que no por ser incruentas, o pretender serlo, deben librarse de la vergüenza pública. Al paso de esas presiones insufribles, crónicas, de guante blanco y corbata, salieron muchos grupos a practicar la violencia más reconocida como tal: la del terrorisnio o la guerrilla.
Nunca se insistirá lo suficiente en que la violencia social no es sólo cuestión de sangre. La mancha de bermellón en el cartel de ciego es consecuencia de otras violencias hipócritas, solapadas, anteriores. Pero la violencia a secas, porque sí o para zanjar cuestiones persónales, la que, oscuramente, se repite una y otra vez, no debe tener su difusión y gloria de un día en los diarios. Que vaya a otras manos: sociólogos, psiquiatras, jueces o carceleros.
Uno en pie y otro en el suelo
Y, digerida, hecha resultado, réport o estadística, llegue a conocimiento del.público con lo que importe a todos. Pasar es eso y otras muchas cosas más importantes y sutiles que eso. No aceptemos burdamente que para que aquí pase algo tenga que estar uno en pie y otro en el suelo. La mejor literatura del mundo es la que nos refleja mejor, y en gran parte de ella."no pasa nada". ¿0 sí pasa?Sexo y violencia se entrecruzan e identifican demasiadas veces.Divorcios, violaciones, adulterios, abortos, etcétera, son variantes del mismo tema, y urge, por supuesto, trasladar de sitio la llamada honra, porque supongo que -más atenuada que en Calderán- seguirá existiendo. Octavio Paz habla de "una sociedad en donde la honra de los maridos todavía reside entre las piernas de las mujeres". Es un privilegio excesivo para ellas y un lugar incómodo para la honra. Cada cosa en su lugar.
Mi aprensión parecerá inmoderada si pensamos en períódicos como 7he Túnes, poi ejemplo, o, sin ir más, lejos, en EL PAIS. Se comprenderá mejor si nos referimos a The Sun' el otro extremo, de los dos mejor conocidos y más dispares del periodismo británico. Un' intelectual diría que el Times es mucho mejor que el Sun; un negociante, al revés. The Times, económicamente se tambalea; el otro vive en sólidos cimientos. El león que se comporta humanamente interesa a muy pocos, aunque algunos tengamos el paladar estragado por lo contrario.
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