Farsa olímpica
Juan Antonio Samaranch, presidente del Comité Olímpico Internacional, tendrá graves problemas cuenta del fútbol. La famosa regla 27, la que hace referencia al amateurismo, ha sido el problema más debatido de los últimos veinte años. En lo referente al fútbol, el problema se enquistó a costa de las posturas adoptadas por los países europeos del Este. Los países socialistas han mantenido siempre la tesis de que sus futbolistas son aficionados y, por tanto, válidos para todo.Los países de la Europa occidental pretendieron establecer un límite p ara no luchar en desventaja, y el último acuerdo de la FIFA fue considerar olímpicos a aquellos que nunca hayan disputado campeonatos mundiales. La ficción ha servido para que ayer jugaran con el equipo español once superprofesionales. De la injusta situación anterior se ha pasado a una vergonzante.
El fútbol olímpico no tiene razón de existencia porque en estado de pureza carecería de interés. Como le ocurriría al baloncesto, en el que hay profesionales equiparables a los del balompié. El fútbol sólo puede ser olímpico con otras fórmulas menos escandalosas. El partido de ayer entre belgas y españoles fue una gran farsa. Los países socialistas pasarán a la acción. El asunto podría ser, de rebote, perjudicial para la candidatura de Barcelona como sede de los Juegos Olímpicos.
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