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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El socialismo en Senegal

UNAS ELECCIONES perfectamente democráticas en un país africano son poco frecuentes. Han sido conseguidas y se deben a Abdu Diuf y su Partido Socialista, que las ha ganado con un alto porcentaje: un 86% de los votos, que pueden darle hasta 110 diputados en una Asamblea Nacional de 120 (resultados provisionales). La tentación, con una mayoría de ese orden, de deslizarse hacia un régimen de partido único, es considerable; sin embargo, el éxito de Diuf en sus dos años de presidencia -sustituyó constitucionalmente, el 1 de enero de 1981, al dimitido Sedar Senghor- se debe a que, con una mayoría equivalente, ha dado mayor juego a la oposición, más oportunidades a los partidos políticos y más libertades a la población.Sedar Senghor fundó un Senegal un poco lírico, bastante utópico, entre los poemas de sus libros con títulos de negritud -su palabra-hallazgo-, como Hostias negras, Canto de la sombra o Nocturnos, y un socialismo en el que su talante de antiguo profesor en Tours mezclaba a Marx con Proudhon, a Fourier con Teilhard de Chardin, en busca de lo que él flamaba "una civilización de lo universal". Dentro de un país africano con todas las terribles características de la zona negra -las prolongadas sequías, la agricultura rala, el monocultivo, las divisiones tribales, la importancia de los jefes religiosos-, consiguió crear una cierta clase cultural y una educación relativa, y obtuvo, de ahí, unas posibilidades de convivencia. Hombre-mito, paternalista, no pudo evitar que ese molde fuera precisamente un molde: algo de lo que costaba trabajo salirse o estar fuera. Cuando se retiró, a los 75 años, Diuf pudo ampliar su obra y mejorar las condiciones democráticas. Ha vuelto a un nacionalismo suave y medido, levantando algo lo empalagosamente francés del régimen; ha modificado la Constitución, en el sentido de admitir todos los partidos políticos -antes estaban limitados- y de que cada uno de ellos tuviera amplia libertad; ha dado otra dinámica al Partido Socialista, antes llamado Unión Progresista y fundado con ese nombre por Senghor; ha permitido más juego a los califas musulmanes, los jefes de las dos grandes sectas; ha tomado algunas medidas eficaces contra la corrupción; ha abierto las fronteras y ha establecido relaciones diplomáticas mejores con los otros países africanos. Algunos, en la oposición, dicen que lo único importante que ha ocurrido de verdad en Senegal durante estos dos años es que ha llovido. Y probablemente no habrá faltado, en un país donde ciertas tradiciones se sobreponen a algunas culturas, quien le haya atribuido una cierta magia hidráulica. Ese tipo de atribuciones no falta tampoco en las grandes familias culturales. de Occidente.

El hecho es que el socialismo abierto de Diuf, sobre la base cultural de Senghor, tiene hoy un consenso muy amplio en Senegal, que ha demostrado que la democracia es posible en países económicamente atrasados y sometidos a graves riesgos meteorológicos y a rivalidades tribales: en otros países africanos la lección se sigue muy atentamente. La influencia cultural y política de Senegal, es grande en Africa, por lo que esta lección actual puede tener mucha influencia.

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