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Tras la entrevista Chadli-Hassan II, se potencia la idea del Gran Magreb

El Gran Magreb, al que aspiran Argel, Rabat y Túnez, vuelve a salir al tapete de los comentarios publicados por la prensa de las tres capitales, como consecuencia de la entrevista sostenida el sábado entre el rey Hassan II y el presidente Chadli Bendjedid. Este último se dispone a visitar oficialmente Tunicia, para lograr el máximo apoyo de Habib Burguiba en el sentido de eliminar paulatinamente la situación de crisis de la zona.El responsable de Relaciones Exteriores del Polisario, Uld Salek, declaró ayer en Argel que el Frente era "favorable a cualquier iniciativa que desembocara en negociaciones entre nosotros y Marruecos". Salek añadió que "la paz pasa por la retirada del último soldado marroquí del territorio saharaui y el respeto por parte de Marruecos de la soberanía y la integridad territorial de la República Árabe Saharaui Democrática".

La idea de una reconciliación argelino-marroquí sigue confortando los ánimos de la población argelina, en contraste con la prudencia de las reacciones de los medios oficiales. Tras el comunicado del Ministerio argelino de Exteriores, en el que se reafirma la posición de este país sobre el conflicto del Sahara, la agencia argelina de Prensa, en un comentario que tiende a situar la entrevista de los dos estadistas magrebíes, subraya "la fe en la unidad de los pueblos..., puesto que los Gobiernos pasan, pero las masas permanecen..."

No se habló del Sahara

No hay lugar a dudas de que el conflicto del Sahara no ha figurado en el temario de la entrevista, en la que participaron, entre otras personalidades, el ministro argelino de Exteriores, Ahmed Taleb Ibrahimi, y el consejero real marroquí Reda Guedira. Estos son los dos hombres que, desde 1978, se han reunido secretamente en Europa varias veces para tratar de poner remedio a la guerra.En privado, los argelinos aseguran que sería deformar el sentido y el contenido del encuentro situándolo en un contexto de futura cooperación argelino-marroquí contra los intereses de Francia, España o de otro país en la zona. Los argelinos son tanto o más sensibles que los marroquíes al espectro del moro malo, agitado en algunos medios europeos.

La normalización con Rabat significa, sobre todo, para Argel poder poner en marcha una serie de acuerdos de integración económica, del que se beneficiarían las dos poblaciones; trazar las coordenadas de una zona regional de libre cambio, en la que participaría Tunicia, y asumir al máximo la identidad árabe-islámica de los tres pueblos.

En otro ámbito, la necesidad de reunir esfuerzos para garantizar el éxito de la próxima cumbre de los no alineados y sacar a la Organización para la Unidad Africana (OUA) de su atolladero justifica también el encuentro de los dos jefes de Estado. De ahí que resulte harto significativo conocer el impacto que pueda tener el problema del Sahara occidental en ambos foros regionales. Si no se da por muy probable que los no alineados no quieran comprometerse demasiado con ese problema, en la situación actual de crisis que vive el llamado Tercer Mundo, es, muy distinta la situación de la OUA.

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